El nuevo Parque México

Un tipo entrena King Fu vestido de negro a la sombra de unos fresnos mientras una pareja se besa en una banca del parque. La gente se ejercita al aire libre en los aparatos públicos, los niños juegan en la nueva red que se extiende sobre el pasto como una araña gigante, los patos están en su lago recién remodelado. Y en el foro Lindbergh, los murales de Roberto Montenegro lucen nuevos colores detrás de un vidrio preventivo. Al pie de la pérgola está la buganvilia. La mujer de los cántaros está recién pintada. Los perros corren y juegan en su nueva área confinada.

Hace poco leía el gran libro de Luis Miguel Aguilar, Suerte con las mujeres. Se trata de unas memorias de juventud que dan pie a enormes piezas literarias: El punto aquí es que el autor vivía frente un parque completamente distinto. Era un terreno de juego de equipos barriales; el campo de batalla de los chicos de la cuadra contra los jardineros, el parque de un barrio decadente, el campo del despertar sexual, un lugar fascinante y a veces peligroso.

Hubo un tiempo, de hecho, en que se pensaba que todo en la ciudad sólo podría empeorar. Para seguir con la crónica, también una lectura reciente, Entrada Libre, de Carlos Monsiváis, el libro sobre los efectos del terremoto de 1985 y los movimientos sociales en los ochenta, evoca una ciudad y una sociedad a la que se le ha hecho un daño terrible. No se entiende por qué la gente quiere seguir viviendo aquí.

Pero ayer, en esta parte de la ciudad que estaba por entrar a las vacaciones de Semana Santa, se respiraba un aire renovado. Las jacarandas estaban en flor. No importa, por ejemplo, que el mismo foro haya estado cerrado por dos años y que la delegación no haya tenido ningún programa de mantenimiento preventivo o que el delegado que inició la obra haya saltado como chapulín a un candidatura para las próximas elecciones, o que la organización de vecinos que inauguró las obras es la misma de los años noventa, es decir, que en materia de organización política no haya cambiado mucho la colonia.

Mientras tanto, en los tacos de guisado a una cuadra del parque, el dueño hablaba con un comensal sobre las transformaciones recientes. Refiriéndose a un grupo de turistas extranjeros que llegaron a su puesto en un tour de bicicletas, dijo que no entendía cómo se daban los cambios, sólo sabía que desde hace tiempo estaba llegando gente nueva.