“El olvidado asombro de estar vivos”, por @monocordio

Fue hace dos años, justo durante el Festival Vive Latino. Yo tocaba en uno de los escenarios con mi grupo Monocordio para un público al que no se le veía fin. Fue un concierto inolvidable que terminamos con esa canción que hice a partir de una frase del poema “Piedra de Sol” de Octavio Paz, que cuando leí por primera vez me dejó “petrificado”:

 “Amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia”. 

Más de 10 mil personas cantaron las palabras de Paz, supongo que muchos sin saberlo siquiera, pero para mí fue una victoria de la poesía sobre el mundo. Porque esa frase solita es la materia de un himno y cuando Paz escribió el poema en 1957 tampoco sabía que esas palabras que escribía de manera automática, como si le fueran dictadas, se convertirían en canción y que un día un público iluminado por un Sol ardiente la cantaría como un himno al amor y a la existencia.

Nunca sabe un poeta para quien escribe. Nunca sabe el lector en qué momento va a ser tocado por el poeta. Pero cuando sucede ese milagro en que dos espíritus conectan en la poesía, todo puede suceder. Aquella tarde Octavio Paz fue un rockstar coreado por miles de personas. Y su voz más actual que nunca provocó una batalla de besos entre el público y todos fuimos ramas del árbol de esa poderosa emoción. El poema circular sigue dando vueltas. Y sus 584 versos, correspondientes a los días que tarda Venus en darle una vuelta al Sol, giran en un remolino de palabras que nos envuelve y nos transfigura.

Por eso cuando hablo de Paz no puedo anteponer sus controversias políticas a su poesía, ni sus interpretaciones históricas, ni su voz desangelada, ni sus grupos intelectuales, ni sus cercanías con el poder. A mí su poesía me tocó y en las muchas lecturas que he hecho de su obra a lo largo de la vida, he sido testigo de cómo párrafos enteros que en mi adolescencia eran sombra se han ido iluminando conforme el tiempo pasa.

En la poesía de Paz me reconozco en “el olvidado asombro de estar vivos” y comprendo hasta los huesos que “amar es desnudarse de los nombres”, pero esto no lo se por memorizar sus versos, ni por haber estudiado los endecasílabos que componen el poema. A veces cuando leo a los críticos literarios hablar de Paz, o a sus apologistas villamelones, o a sus acérrimos detractores me da la impresión de que no comprenden algo esencial, algo que se les escapa entre toda su elocuencia y sabiduría. Y es que me da la impresión de que para acceder a Paz no basta leer su obra y a sus críticos.

Es preciso haber amado.

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