El vaso medio lleno

Se agradece el esfuerzo del Presidente para alegrarnos un poco y sacarnos de este marasmo emotivo en el que estamos metidos desde que ganó las elecciones y que vino a sumarse al que padecimos en tiempos de su antecesor. Hace unos días, a punto de echar a correr en un evento oficial, ataviado en “chores” verdes y con unas calcetas que provocaron un bochornoso debate que devino bochornosa aclaración (“No estaban al revés, se los jurito”), el Mandatario le dijo a la prensa que es verdad que el dólar le anda poniendo una paliza a nuestro peso y que eso “causa escozor” (menos mal que no dijo aquello de “al que le pique, pues que se rasque”), pero que también hay que ver el lado bueno: con el peso en agonía, se abaratan los productos mexicanos y aumentan las exportaciones; con la moneda nacional en coma, los turistas extranjeros encuentran nuestros “destinos” baratísimos y los repletan. Vaya: si nuestra economía empeora, nuestra “competitividad” se pone a cien.

Ese es el tipo de visión que puede contribuir a sacarnos de la crisis. No porque vayamos a resolverla, porque la verdad hemos estado en crisis desde tiempos de Moctezuma II y no se ve la salida, sino porque podemos aprender a mirarla con ojos nuevos. ¿Que nunca desde la Revolución había tantos muertos y desaparecidos? Ah, pues a menos burros más olotes. ¿Que somos el país con mayores índices de obesidad mórbida? Ah, pues al menos no estaremos como otros, llenos de ancianos sanísimos de cien años, que llevan 35 cobrando pensión. ¿Que en el campo no hay oportunidades y medio mundo emigra? Ah, pues a lo mejor así se restauran los ecosistemas solitos, porque capaz que la hierba silvestre regresa a donde ya no se cultiva. ¿Fuga de cerebros? Talento mexicano que nos enorgullece por el mundo. ¿Fuga de capitales? Andamos tan bien que invertimos en todos lados.

Total: cosa de ponerse positivos y sintonizarse con las buenas vibras que nos han lanzado. Esas ondas resuenan ya en la atmósfera, como campanitas de cristal. Si uno enciende la televisión tiene muchas posibilidades de toparse con uno de esos comerciales oficiales que hacen el favor de quemarse nuestros impuestos en la importante tarea de informarnos a nosotros mismos que como México no hay dos. Si uno lee a buena parte de los columnistas políticos del país, terminará por creer que existe una inexplicable conspiración de fuerzas oscuras contra el Presidente y sus Gobernadores, pero que fuera de los lloriqueos de algunos advenedizos todo marcha a pedir de boca. Y si se compra un periódico, es más que posible que se encuentre con que, en el encabezado principal, el Presidente nos invita a ver el vaso medio lleno. Y uno se queda con la sonrisa en los labios hasta la siguiente masacre.