¡Señor, perdónanos!

Oh, Señor verdadero y misericordioso:

perdónanos por hacer tan feo el oso

y por gastar mucho dinero sin pensar

para recibir al Papa, sin tapar el foso.

 

Oh, Señor todopoderoso y eterno,

acá el que no trae cola, trae su cuerno;

aun así siempre hay quien agradece

que el Papa nos visite en el Infierno.

 

Pues él viene con los más necesitados:

los políticos, los ricos, los prelados,

a consolar al que aún puede pagar,

porque al cielo no van los ejecutados.

 

Oh, Señor que a tus criaturas quieres,

lucran tanto con tu nombre y tus queberes,

que Jesús quiere bajarse de la cruz,

para volver a madrearse a los mercaderes.

 

Hay secuestros y homicidios cada día,

pero eso en nada empaña la homilía,

pues la gente del gobierno cree ferviente

que haremos una cadena de hipocresía.

 

Oh, Señor supremo y celestial,

hoy perdona esta visita pastoral

pues los votos de todos los devotos

valen más que una pila bautismal.

 

Oh, Señor que cantamos alabando,

sabes bien de lo que ahora estoy hablando;

dice una voz que el que no conoce a Dios

es un güey que donde quiera se anda hincando.