El odio jarocho

Cuando era niño me gustaba un personaje del show de Luis de Alba que se llamaba el Ratón Crispín. Era un ratón veracruzano, gordo y payaso, que en teoría era superhéroe, y cuando se peleaba con algún enemigo le gritaba, trabado por la furia: “¡Te odio con odio jarocho!”, antes de empezar a repartir madrazos a diestra y siniestra.

Siempre me pregunté en esos tiempos cómo era el “odio jarocho”, en qué se basaba, por qué se hablaba de un “odio jarocho” y no de un “odio culichi” o un “odio chilango”. Claro, era un niño. No sabía todavía que en Veracruz la política es una vendetta perpetua, que el poder los vuelve locos, que los transforma en Gollums, en criaturas deleznables y rencorosas, que gustan de meterse a la cárcel los unos a los otros, o por lo menos de amenazar con ello.

No sabía tampoco que el Ratón Crispín se había convertido en gobernador del estado y que desde su investidura reparte su odio jarocho a diestra y siniestra, ya sea a quienes lo cuestionan por la inseguridad en el estado, como a quienes lo increpan por el constante asesinato de periodistas, como a quienes le reclaman por los desvíos de dinero y demás escándalos de corrupción. El mismo Manlio Fabio Beltrones ha llamado al gobernador Javier Duarte a que aclare su situación. ¡Y ya para que Beltrones te diga que aclares tus transas es que la cosa debe estar muy fuerte!

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La manera en que el Ratón Crispín se ha manejado los últimos días denota que se siente acorralado y que ha perdido toda dimensión. Su pleito con los primos Yunes (el priista y el panista expriista) casi llega al nivel de los pleitos de su protegido el empresario José Abella, a quien el gobierno veracruzano le paga seis escoltas. Y no hay promesa de campaña más taquillera en este momento que ofrecerle al pueblo veracruzano la investigación y encarcelamiento del Ratón Crispín.

Triste realidad de Veracruz: si bien todo parece indicar que el Ratón Crispín no tendrá el trato privilegiado del Ratón Moreira al terminar su (indi)gestión, quienes ofrecen juzgarlo y meterlo a la cárcel también merecen una investigación. No deja de ser paradójico ver a Yunes (el que sea) y a Dante Delgado señalar indignados a Javier Duarte. Es como encarnar un palíndromo.

Y mientras los ratones juegan al gato y al ratón, los asesinatos, las amenazas, las extorsiones, los secuestros, la corrupción y la impunidad continúan en el rinconcito donde hacen su nido las olas del mar.