‘Juany, un acto de amor extraordinario’, por @diegoeosorno

Brenda Damaris González avisó a sus familiares que había tenido un accidente vial pero que agentes de tránsito ya estaban llegando al paraje donde este había ocurrido.
Después de ese día, Juany, su madre, no volvió a verla. Junto con otro grupo de familiares de desaparecidos, la madre de Brenda Damaris, además de buscar a su hija, participó en protestas para exigir al Gobernador Rodrigo Medina y a las autoridades militares que hicieran algo para encontrar a sus seres queridos.
En una medianoche de octubre de 2011, cuatro meses después de la desaparición de su hija, un funcionario de la Procuraduría de Justicia de Nuevo León entregó a Juany unos restos humanos en una bolsa de plástico negra diciéndole que eran de Brenda Damaris.
Parecía que el caso de su hija era otro más de los miles de asesinatos ocurridos en total impunidad. Sin embargo, el dictamen pericial que le dieron representaba un insulto al sentido común.
En el reporte se establece que el Servicio Médico Forense recibió los supuestos restos en dos bolsas, en una de las cuales había dos cráneos humanos, lo que muestra que se revolvieron los restos de diversas personas. También se indica en el documento oficial que el tiempo estimado de la persona fallecida era de 10 a 12 meses, pero Brenda Damaris tenía solo 4 meses de desaparecida. Además, la ropa que se encontró junto a los restos no era de la talla de Brenda Damaris. Por si fuera poco, los forenses concluyeron que no era posible señalar la causa de muerte y el acta de defunción establece de forma absurda que la joven de 25 años de edad “murió en su domicilio”.
Ante la zozobra, el grupo de familiares de vícitimas al que pertenece Juany -Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (FUNDENL)- exigió durante varios meses a la Procuraduría que se realizara una nueva prueba de ADN a los supuestos restos de Brenda Damaris. FUNDENL, dirigido por Lety Hidalgo, mamá de otro joven desaparecido, mantuvo la exigencia a las autoridades, realizando marchas, increpando a funcionarios en actos públicos y convirtiendo en un memorial ciudadano de desaparecidos, una grotesca plaza con estatuas de toreros ubicada en el Centro de Monterrey.
Finalmente, la Procuraduría aceptó un nuevo peritaje independiente, pero pidió que fuera pagado por los familiares de Brenda Damaris.
Franco Mora, miembro del reconocido Equipo Peruano de Antropología forense, conoció el caso y aceptó trabajar sin cobrar nada. Así, la semana pasada viajó de Lima a Monterrey para encabezar la exhumación de los supuestos restos de Brenda Damaris, enterrados en un panteón del municipio de García, Nuevo León.
Ante el rechazo del gobierno de Nuevo León en pagar los 10 mil dólares que se requieren, Gobernanza Forense Ciudadana, una agrupación que cuenta con fondos del Consejo de Ciencia del Reino Unido, enviará a Washington las muestras forenses para una nueva prueba de ADN que determinará a finales de este año si Brenda Damaris falleció o sigue desaparecida.
Justo en Washington, en septiembre de hace dos años, Emilio Álvarez Icaza, secretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, me compartía su resumen de una caravana que acababan de hacer por Estados Unidos, decenas de víctimas de la guerra del narco, la cual parecía una desmesura imposible de lograr: “Si venir a Washington es una buena forma para encontrar a su desaparecido en México, lo van a hacer, y si tienen que ir a China, van a ir a China, porque esa es la fuerza y el tamaño de su amor. Todo esto no se entiende sin el amor de las víctimas a sus familiares. Por eso están aquí. Eso es lo que los hace soportar las jornadas, las miserias, las privaciones. Esto, esencialmente, es un acto de amor extraordinario”.
Ante la ordinaria ineptitud e indolencia de las autoridades, eso es lo que está haciendo Juany: un acto de amor extraordinario por su hija.
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(DIEGO ENRIQUE OSORNO)