La divina comedia mexicana

Canto I

Yo, Virgilio, el que cura la corrupción, el salvador de los gobernantes, el corresponsable de estos falsos tiempos en los que vivimos, y guía en el infierno, en verdad os digo que no hay conflicto de interés en la Casa Blanca. No hay responsabilidad jurídico-administrativa ni hubo presiones a terceros. Enrique y su mujer compraron esa casa de 80 millones de pesos con el sudor de su frente. Punto. Ya acá entre nos, omití que Enrique fue gobernador del Estado de México y que, en ese tiempo, él y su esposa pactaron con Hinojosa la construcción de la casita. Omití que Hinojosa, después de ese acuerdo, ganó licitaciones para construir carreteras, hospitales, obras viales… Omití que Hinojosa puso los cimientos de la casita en junio de 2010 y que Enrique y su señora participaron en el diseño. Y omití que Hinojosa es hoy el constructor favorito de Los Pinos. No faltará el que crea que en la Función Pública tuvimos más de seis meses para falsificar documentos y poner todo en regla. Mentiras. El puro marco jurídico nos sacó adelante.

Canto II

Yo, Enrique, el que fui declarado presidente por mandato de Monex y Soriana, el que quiso tener una mascota con “la cara e inteligencia del delfín y los cuernos del perro” (sic), el que admira a Napoleón Bonaparte, el que aclaró ese asunto tan delicado de las calcetas al revés, ese mismo Enrique viene a decirles que mi mujer y yo somos inocentes. Mucho más que Pepe El Toro. Lo que pasa es que nos quieren desprestigiar. Pobre de mi Gaviota, ha sufrido demasiado. Luego, cuando va a las tiendas de Rodeo Street o de Milán, me da miedo que le pregunten por la casa en vez de enseñarle el catálogo de Louis Vuitton. Eso sí es angustia. Andar buscando a los hijos desaparecidos o acusar a los militares de ejecuciones extrajudiciales no se compara con el daño sicológico que todo esto le ha causado a mi familia. Por fortuna, alcanzaremos el cielo ahora que Virgilio ha purificado nuestras almas y que yo me he disculpado pública, tarde y falsamente.

Canto III

Yo, Luis, discípulo de Aspe y cerebro de las tarjetas Monex, quedo libre de cualquier pecado. Mi casa en Malinalco es legal. Me la regalaron cuando estaba en el equipo de transición y eso, según Virgilio, la hace más limpia que el fair play. No hay conflicto de interés. Es pura envidia porque a ustedes nomás les alcanza para el Infonavit. Me despido, no sin antes recordarles que la depreciación del dólar no nos afecta.

Canto IV

Yo, El rostro Heraldo de México (a.k.a), Isabella de Peñalbert (a.k.a), Lady Windermere (a.k.a), Regina Villarreal (a.k.a),Teresa Hernández García de Montalvo, mejor conocida como Gaviota, exijo una disculpa. Yo, que he interpretado mi mejor papel en la Presidencia, merezco que me aplaudan y que me levanten un monumento. Enrique y yo somos buenos. A mí se me hace que todo es culpa de MTV: la fuga del Chapo, el dólar… Pero ya llegó Beltrones al PRI y ahora sí van a ver.