“La FIL del 2011”, por @goliveros

Estamos ya en territorio FIL. La Feria Internacional del Libro en Guadalajara comienza este fin de semana y, con ella decenas -si no es que cientos- de actividades culturales, intelectuales, populares y mediáticas que tienen como eje la comunicación y la evolución de la palabra escrita.

Raúl Padilla, corazón y sangre de la FIL, logró crear el espacio perfecto para dotar de agenda política y cultural al país en el final de cada año. Su descubrimiento e idea ya fue exportada a Los Ángeles, imitada en otros casos y expandida con el fin de explorar otros encuentros los mismos días que se lleva a cabo en Guadalajara.

En la FIL ha pasado casi de todo: desde discursos políticos hasta manifestaciones.

Pero, para el gobierno actual, la FIL era el presagio del error que aún hoy replican: la falta de reflejos.

Peña Nieto asiste a la Feria en diciembre del 2011. Triunfante, con encuestas favorecedoras que aplastan a Lopez Obrador y Josefina, el candidato priísta pestañea y seduce. Todo bajo el guión.

Hasta que un periodista lanzó una pregunta de cajón, simple y bastante predecible: los tres libros.

Peña se la sabe pero se traba. Responde de forma predecible para un pueblo mayoritariamente católico que lee La Biblia, aunque sea a pedazos. Luego trastabilla con autores y títulos que parecen estar en su librero, pero no en su memoria.

Pide ayuda a Carlos Puig sobre el autor de una obra que habla sobre la inesperada muerte del Presidente. Puig se la niega de la forma más irónicamente elegante que encuentra. Eso es la puntilla para el hundimiento del Titanic.

En ese momento, Peña Nieto sale de la FIL. Pareciera que todo se quedaría en anécdota, así que decide hacer otro acto y comer en uno de los restaurantes más famosos de la ciudad. Llega al Anita Li y pide algo de los menús creados a partir de portadas viejas de discos pop de los ochenta. Se toma fotos, algunas sonriente, otras ya con el gesto serio. Al parecer, a mitad de la comida se percata que la anécdota crecerá a pesadilla.

El episodio de los libros de la FIL fue sólo el preámbulo de una serie de fatídicas acciones que repiten el patrón de minimizar dichos y hechos en espera que no lleguen a la población. Siempre el resultado es el contrario.

De la “señora de la casa” a la Casa Blanca, con escala en Iguala. Salirse del guión le ha costado al candidato y al Presidente una cantidad enorme de capital político, de maniobra, de credibilidad.

Tal vez es hora de dejar el script e improvisar.

O, por lo menos, de leer otro libreto.

(Gonzalo Oliveros / @goliveros)