La verdadera verdad histórica

Ahora sabemos lo que intuíamos, las cosas no pasaron como pasaron. Las supuestas pruebas presentadas por el Estado mexicano sobre lo que sucedió con los normalistas de Ayotzinapa en la trágica noche de Iguala han ido cayendo una a una. Y no hay manera de seguir sosteniendo lo que en un momento se hizo llamar “la verdad histórica”.

Los periodistas que defendieron a capa y espada la versión oficial ahora guardan silencio o buscan nuevas formas para descalificar al GIEI. Los padres y madres de los jóvenes desaparecidos siguen buscando a sus hijos y encontrándose otros muertos que nadie sabe quiénes son. Las autoridades encargadas de la investigación “exhaustiva y seria”, como la calificó la actual procuradora Arely Gómez, simplemente no saben dónde meter la cabeza.

A partir de ahora, la verdadera verdad histórica que deberá ser contada es que un grupo de muchachos, entre los que estaban el presidente Peña Nieto, el procurador Murillo Karam, el gobernador Aguirre, el general Cienfuegos y otros inocentes policías y soldados y criminales, valga la redundancia, quienes –por cierto- habían secuestrado un país, fue subido por su violenta necedad e incompetencia a una versión de los hechos que los condujo al basurero de Cocula, donde se han quemado para siempre sus argumentos y lo que quedaba de sus capitales políticos.

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Desde entonces también están desaparecidos. Son como personajes desdibujados, sombras nada más, escondidos por los rincones del poder. Y también se les busca, pero no para abrazarlos y recibirlos nuevamente en la vida que les fue arrebatada, sino para que nos expliquen por qué manipularon la investigación, por qué le mintieron a la sociedad mexicana, por qué la han engañado una y otra vez y han descalificado a quienes dudaron desde el principio de sus conclusiones más histéricas que históricas.

¿Qué han tratado de esconder todo este tiempo? ¿Su incapacidad panorámica para llegar al fondo del asunto o algo todavía peor que no sabemos, que insisten en que no sepamos? ¿Cómo dejar de dudar si aparecen tantas dudas como cadáveres en las fosas clandestinas?

Quienes buscan seguirán buscando, quienes mienten seguirán mintiendo. Aquí no hay actos de contrición ni arrepentimiento. En medio de todo este drama seguirán desaparecidas las autoridades, seguirá desaparecida la justicia y seguirá desaparecida la verdad. La verdadera verdad histórica es que seguimos sin saber.