MANUAL DEL (PINCHE) CAFRE CHILANGO

Este manual es universal. Deberás seguirlo para ser el más fregón de los de tu gremio, no importa que seas automovilista de transporte público o privado… ¡Gana el más chingón!

1 Un cafre en Chilangolandia conduce bajo la lógica del “Si él puede, por qué yo no”.

Si eres microbusero, entonces eres el rey de todo y de todas. Nadie puede estar por encima de ti. Por eso: debes hacer doble, triple y hasta tetra fila para bajar pasaje, subirlo; deberás hacer base donde se te hinche uno y la mitad del otro o chiflarle a una macita que vaya pasando y que quieras seducir con tus poemas (esos piropos son joyas que harían ruborizar hasta a la diputada Carmen Salinas). Tu cobrador deberá abrirte paso entre los coches y estar a las vivas por si pasa otra “riquimami” (por no decir “culito”, no quisiera parecer misógino), entonces haz sonar tu claxón de moda: el de una cumbia de Los Ángeles Azules, el de Juana la Cubana o La Lambada.

Amigo microbusero, colega taxista, tienen prohibido usar las direccionales. Es más, si alguien les pone la direccional para pasar que sea esa la señal para-no-dejarlos-pa- sar. Nunca se paren en luz preventiva en un cruce, de manera que ustedes y sus coches puedan obstruir ambos sentidos. Recuerden: ¿Por qué va a pasar primero él y no ustedes?

Un microbusero si no va hablando por celular, no es microbu- sero; un taxista si no se la arma de ped… a otro automovilista, no es un taxista auténtico.

Automovilista, nunca des el paso a los peatones (esos ches nacos sin coche); deberás pararte en las cebras de paso peatonal, usar el carril confinado a los ciclistas y, por favor, ¡pásate los altos, que te valga verdolaga la vida! Si no tienes licencia, no te preocupes, ve y tramítala al súper. El requisito primordial es no comprobar que sabes manejar. Está papa, ¿no?

Motociclista: pasa entre los coches rayando puertas, rompiendo retrovisores, mentando madres y exponiendo tu vida. Si alguien se atreve a responderte, bájate y golpea su cofre o parabrisas con tu casco. Al fin de cuentas, aunque hayas sido el culpable de tu atropellamiento, el responsable siempre será el de la máquina más grande al que te le metiste.

No hay clases, ni razas, ni gremios que distingan a los cafres chilangos. Todos son iguales en el reino salvaje del asfalto, ese que no sabe de reglamentos posibles o de respeto al otro. Respetar al otro es hacerte menos a ti.

La prepotencia y bestialidad al manejar son directamente proporcionales al tamaño del auto que traigas (tráiler, RTP, micro,  combi o camioneta de escoltas, esos otros cafres).

Puto el que le de paso a un viejito, marica el que deje cruzar a una persona con discapacidad, pamba al que se deje rebasar por otro de su especie, joto el que haga el uno y uno en un cruce.

10 Si te ofendiste con este Ma- nual, te dejo una frase que me dijo un taxista, de esos que mientras te llevan al destino evangelizan, te terapean o te preguntan lo que sea para contestar ellos primero: “Mira güerito, ¿te ofendiste?, entonces lo que te choca, te checa”.

Nota del Manual: Gracias a Tamara de Anda y a todos los amigos feisbuqueros por sus aportaciones, ellos tienen el mensaje, nosotros lo publicamos. La próxima semana: Manual del agente de Tránsito nalgón.