“Para Tito Molina”, por @goliveros

Entré a trabajar al Núcleo Radio Mil en 1995. La empresa radiofónica había quebrado tras las decisiones erróneas de Roberto Ordorica -quien había llegado al NRM tras un rompimiento con la familia Serna, dueña entonces del concepto “Monitor”-.

Los Huesca se acababan de asociar para sacar a flote al grupo de estaciones que integraban la empresa. Sí, en ellas estaba Xpress Radio, Sinfonola, Morena y Radio Mil, pero la que llamaba la atención era la considerada entonces joya de la corona de la radio juvenil: Rock 101.

101 recién tenía 10 años y seis meses de haber salido al aire y ya estaba herida.

El conflicto que Ordorica causó hizo que salieran del control de la misma los secuaces de un capitán que, aún ahora, sigue como uno de los genios de la radio mexicana: Luis Gerardo Salas.

Quiero aclarar una cosa: hasta ese 95, yo NO había escuchado nunca Rock 101. De hecho, mi consumo de radio había sido como el de un radioescucha promedio: saltar entre diversas estaciones para encontrar la canción favorita. Muy lejano del educado oyente del concepto creado por Luis donde la música era la estrella pero la Radio era lo que pasaba entre canción y canción.

De todas formas, la cabina y el espacio de 101 era como un pequeño tesoro en las instalaciones de Insurgentes 1870.

El espacio que compartían locutor y operador -diseñado de forma tal vez incómoda, tal vez intensamente íntima- era envidiado por los discos, la infinidad de discos que tenían. Hoy en día, la cifra pareciera pequeña: alrededor de 1,600 compactos más una cantidad indeterminada de cartuchos con canciones que, en el 95, les decían clásicos porque, con la salida de Luis, se vetó su original denominación: Idea Musical.

La cifra la supe meses después cuando, tras pasar por varios trabajos en el Núcleo, llegué a colaborar a XHSON. La estación emitía ya el aroma del agonizante. Lejana de los intereses de las disqueras que, para entonces, veían en RadioActivo una mejor opción, Rock 101 se debatía hacia qué público debía enfilar sus armas.

La decisión se tomó en julio del 96. Tras 12 años de vida, 101 dejó de existir en frecuencia modulada.

Con su muerte, tomé el camino de salida del Núcleo.

Regresé a él meses después con la idea no de rescatar una estación, sino de rescatar una era.

Acompañaba al único que podía hacerlo: Luis Gerardo.

No pudimos. Ahí no.

Aún así, el espíritu de 101 ha impregnado la radio mexicana, ha saltado a medios impresos y a la televisión, permeó en el cine e influyó a líderes sociales y políticos.

Hoy, 101 vive en las redes. No sólo en su versión renovada en la dirección www.rock101online.com.mx, sino en cientos de vídeos, grabaciones, casetes convertidos en archivos digitales y, por supuesto, en la enorme influencia de los que, hace treinta años, decidieron hacer en el 100.9 el espacio para el puro total y absoluto Rock and Roll.

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 (GONZALO OLIVEROS / @goliveros)