Peña, un enigma; por @wilberttorre

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México es un país de caudillos y la imagen presidencial siempre ha despertado interés en los mexicanos, que entre la admiración y el odio, la curiosidad y el morbo, han construido historias infinitas alrededor del Presidente.

 De Salinas se decían muchas cosas y la que se instaló con más fuerza en el imaginario popular fue la versión de que tenía un noviazgo con la actriz Adela Noriega. Sobre Zedillo se decía que no era buena la relación con su esposa Nilda Patricia Velasco, y con frecuencia ella prefería permanecer alejada de los actos públicos, hasta que reaparecía delgada y con el rostro demacrado.

Carismático, dicharachero y locuaz, Vicente Fox nunca fue cuidadoso de su imagen. En campaña, un día que se había quedado ronco, su vocera Martha Sahagún subió al escenario con una pastilla en la mano, se la metió a la boca, la mordió, tomó la mitad y la llevó a los dientes del panista de las botas. El cuento de que mantenían un romance se disparó, y un año después de que ganó la elección, el rumor dejó de serlo cuando ambos se casaron. A Felipe Calderón lo persiguieron los chismes de que era un gran simpatizante del tequila, y que tenía un romance con una colaboradora cercana.

Enrique Peña es ya el presidente más fotografiado en la historia del país –a sus giras lo acompañan siete profesionales de la cámara bajo nómina en Los Pinos, prestos a captarlo en todos los ángulos–, pero un férreo cerco de protección tendido a su alrededor lo ha convertido en un enigma.

Peña mantiene una relación cercana con varios columnistas y la mayoría de periodistas que cubren la presidencia, pero más tímido –o inseguro– que Salinas, no permite que se conozca cómo transcurren sus días en Los Pinos y sus hábitos en la tarea de gobernar. O los periodistas han decidido no contarlo.

Descrito por sus colaboradores como un hombre meticuloso, Peña suele acostarse cerca de la media noche, revisando su agenda del día siguiente. No es madrugador y a menos que exista un acto programado, comienza a trabajar a las 10 de la mañana.

No bebe –sólo una copa de vino de vez en cuando– y los rumores que envuelven a Los Pinos apuntan en otra dirección. Se dice que está enfermo de cáncer, y aunque se le ve delgado, su estado físico –corre hasta 7 kilómetros diarios–  no parece convalidar esta versión.

El fin de semana pasado esta especie volvió a cobrar fuerza cuando fue operado de emergencia para extraerle la vesícula biliar. Peña reapareció dos días después ante las cámaras, sonriente y vestido con elegancia, listo para recibir a los reyes de España, acompañado por su esposa, la actriz Angélica Rivera.

Peña es un enigma para la mayoría de los mexicanos. ¿Está enfermo? ¿En quiénes se apoya para gobernar? ¿Está aliado a Salinas? ¿Su matrimonio está en crisis?

No son preguntas frívolas ni necias. Conocer más a fondo al presidente ayudaría a comprender la lógica de poder de Peña y el ejercicio de gobierno, en la condición crítica que atraviesa el país.

(WILBERT TORRE)