Periodista de investigación, por @DiegoEOsorno

Anas Aremeyaw Anas es un periodista de investigación en Ghana, lo que quiere decir que es uno de esos tipos extravagantes cuya motivación en la vida es buscar –no importan lo riesgos- que se consolide la democracia emergente en su país.

¿Cómo trata de conseguir esto que no sólo parece una misión imposible en África, sino en muchos rincones del orbe, pasando por Ayotzinapa?

Con atrevimiento.

Para Anas el fin justifica los medios: manipula su identidad, usa gorros, miente, se pone pelucas e infiltra los mundos de sombras africanos para registrar de manera directa el tráfico de personas, el contrabando, la corrupción, las extorsiones y la prostitución. El veterano maestro alemán del periodismo encubierto, Gunter Wallraf, ya tiene a su gran discípulo trabajando en África, donde sus textos le quitan el sueño a corporaciones trasnacionales corruptas, gobiernos convertidos en organizaciones criminales y a sociedades dormidas en sus laureles.

Habrá quienes estén en desacuerdo con su estilo de denunciar las miserias, pero difícilmente alguien podrá cerrar los ojos ante las realidades aplastantes e impunes que Anas logra demostrar ejerciendo el periodismo de esta manera tan extrema en África.

Las crónicas de este reportero ghanés están llenas de vitalidad. Son de esas crónicas que cambian las cosas. Y una cosa muy llamativa es que lo vemos trabajar con un anonimato inusual en este momento, en el que en los medios de comunicación abunda el protagonismo porque el entretenimiento se impone muchas veces a la información.

A Anas, algunos le dicen el James Bond del periodismo. Su multifacético estilo lleno de acción trepidante, alienta ese apodo. Si bien es cierto que es joven, ya se está volviendo legendario. Así lo muestra el documental Camaleón, dirigido por Ryan Mullins, que con gran acierto fue incluido este año en la gira del Festival Ambulante, donde me invitaron a preparar una breve reseña.

La realidad africana a la que nos asomamos mientras seguimos a Anas, es una realidad tan moderna y tan deteriorada como la de Nuevo Laredo, Sao Paulo o Baltimore, que poco tiene que ver con la que relataba en su libro Ébano, el gran reportero del Siglo XX, Ryszard Kapuscinsky. Y aunque podemos decir que los dos son referentes del arte de contar historias, Kapuscinsky y Anas están a una distancia abismal, la misma a la que está la África de este naciente siglo con la del siglo pasado.

Camaleón es un film extravagante que nos muestra esa nueva África, que es moderna pero que no necesariamente está mejor.  Pero sobre todo, nos cuenta la historia de un hombre atrevido que a ratos parece un superhéroe y en otros solo uno de esos reporteros salvajes que andan por ahí.

( Diego Enrique Osorno)