Realidad Novelada de un obeso

Acabo de echarme de desayuno, una deliciosa torta de chilaquiles.  Sé que sólo es un pan bolillo relleno de tortillas con salsa y crema, pero, ¡qué enorme placer me da! Acompañado de un rico refresco, me genera satisfacción inmediata y hace que se me olvide cualquier problema por un par de horas.

¿Qué estoy enfermo? Nah.  Sí, tengo un problema, para qué lo voy a negar, mi ropa cada vez me queda más ajustada, pero a nadie afecto. ¿No te gusta? No me mires, gira la cabeza. En serio. Así estoy contento. Satisfecho… Okey, okey, no todo el tiempo, lo reconozco. Hay momentos en que no me gusto, como cuando salgo de bañarme y me veo encuerado en el espejo, desparramándome, pero creo que es porque tengo la autoestima baja.  Después de todo, ¿quién es perfecto?

En serio, no me molesta. Acaso un poco, cuando voy a orinar y no alcanzo a mirar mis partes. O cuando me cuesta trabajo salir de la cama. O cuando me molestan algunos compañeros de trabajo porque sudo como caballo. O cuando camino una cuadra y me sofoco. O cuando ninguna chica quiere salir conmigo.  Ojetes, sólo se fijan en mi físico, por eso tengo baja la autoestima: no se dan cuenta que soy un hombre cumplido, fiel, trabajador, de buen corazón. ¿Qué si a mi me gustan las mujeres obesas? No, las gordas no me gustan. Chale.

¡Por eso no me gusta pensar sobre esto! ¡Claro que me deprimo! La palabra mórbido suena bien gacho. ¿Si sabes lo que significa? Según el diccionario, significa enfermo, o blando. Eso quiere decir que social y médicamente, soy un gordo enfermo o blando. Y blando.

¿Ya ves? Yo estaba bien contentote hace un par de horas y ahora tengo ganas de chillar. Es que no es fácil. No es mi culpa. Me he puesto a dieta mil veces. He tratado por todos los medios de bajar de peso y cada vez que no lo logro, me sumo más en la depresión. Yo mismo me reclamo, me exijo, me enojo conmigo. Pero no puedo. Alguna vez intenté hasta contar calorías. Lo conseguí por dos días, hasta que me fui a comprar un Snickers a la miscelánea y me di cuenta que tenía de calorías en una mordida, lo que necesitaba mi cuerpo para funcionar por 36 horas.  ¿A quién le debo echar la culpa? ¿A mi jefita por no ser más estricta cuando era niño? Nel. ¿A Dios por hacerme de “huesos anchos” y corpulento? Pudiera ser. ¿Al estrés de la ciudad que hace que me de más apetito? Puede ser. Si viviera yo en la playa, seguro sería delgadito, no sufriría ni ansiedad. El chiste es que de alguien debe ser culpa además de mía, que trague yo de cosas poco sanas.

Porque esto es una adicción, ¿eh? Y es peor que las drogas, considero yo. Me explico: si eres adicto a la cocaína, puedes no volver a verla si te lo propones, si dejas de estar cerca de ella, si cambias de amistades y ambientes. Pero cuando eres adicto a la comida, todos los días tienes que probar tu droga al menos tres veces al día; todos los días es un nuevo reto para aprender a ponerte límites, a no dejar guiarte por el gusto y el antojo… chale. Ni en la playa podría yo cambiar.Se me hace que sería más fácil si el gobierno, nos prohibiera comprar tanta cosa en las tiendas, ¿no es cierto?

‘Ora que también es cierto que no importa las restricciones que pongas, los adictos irán a conseguir su droga. Las veces que me han subido el precio de la comida, gasto menos en otras cosas, pero sigo tragando igual. Entonces, ¿qué hacer?  ¿Es sólo culpa mía lo que me llevo a la boca? No puede ser. Una bolsa de papitas fritas cuestan mas bara que una ensalada. Eso debe ser culpa de alguien, me cae.

¿Qué cuantas bolsas de papitas me como en un día? Pues unas tres o cuatro. ¿Qué con eso alcanzaría perfecto para comer algo sano? Sí, claro, pero no me llenaría, ¿dónde queda mi satisfacción? Porque algo debe quedarnos claro: la comida me da complacencia, me da alegrías, me da placer. ¿Qué también me puede matar? ¡Pos de algo habremos de morirnos todos! Ya fuera de broma, sí tengo que ir al médico pronto, porque me salió una costrita en la pierna que no se me quita.A mi abuelo una vez le pasó algo similar y por no ir al hospital a tiempo, le tuvieron que amputar la pierna, que dizque por la diabetis, ¿tu crees? ¿Diabetis yo? Nah, no me asustes, esos sí que no pueden comer nada y sufren muchísimo y yo estoy aún muy joven, ¿no?

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(J. S. ZOLLIKER)