“Rod Stewart y Ceremonia”, por @ruleiro

Hace un par de semanas me encontré a Gabriel Kuri (antiguo baterista de Fobia, hoy luminaria del arte conceptual). Entre otras cosas me contó que había descubierto en YouTube una perla de la televisión mexicana: la emisión de Camara Infraganti —programa periodístico conducido por Oscar Cadena para Televisa— dedicada a los conciertos de Rod Stewart en Querétaro.

Este evento ocurrió en 1989 cuando en México un concierto de rock protagonizado por un artista internacional era tan raro como una gallina morada. Lo que se ve a cuadro es una juventud —de todos los estratos sociales— ávida de poder encontrarse frente a frente con el rock del primer mundo.

Aparecen a cuadro punks, fresas, hippies y chavos banda, y todos, pese a sus diferencias, se notan felices y emocionados. Los chavos bien siempre están en sus cinco sentidos. Hablan de que tiene que haber respeto entre los asistentes y hacia las autoridades.

Los otros, los de aspecto rockero, por lo general están borrachos o colocados. Hablan de que no les alcanzó para los boletos de 25 mil pesos de los viejos. Dicen que van a buscar maneras de colarse y el conductor los regaña ligeramente. Frunce el ceño si sus entrevistados dan alguna señal de rebeldía o inconformidad. Regaña a los que empujan: “Esto no es comportamiento”, les dice. Muchas veces se repite que hay que portarse bien para que los conciertos se sigan haciendo. “Hay que demostrar que también México puede”, dice uno de los entrevistados.

Luis de Llano, aún sin tantas canas, asegura ante el micrófono de Cadena que ya es hora de que México salga del tercer mundo del rock. Como si un concierto de Rod Stewart fuera capaz de lograrlo. Fito Girón, personaje de la época que quizá pocos recuerden, agradece al gobierno la oportunidad.

Hablando específicamente de conciertos internacionales, como ustedes bien lo saben, México es otro país. Ahora nuestra capital —y otras ciudades— son parada obligada para todos los artistas de todos los calibres. Que Morrissey tocara en mi barrio, como ocurrió hace un par de años, era simplemente impensable en el 89. Sin embargo, hay otras cosas que siguen igual.

Por ejemplo, el trato y la manera en la que las cadenas de televisión retratan a los jóvenes: dividiéndolos entre los mal portados y revoltosos (una suerte de rebeldes sin causa) y los dóciles y buena onda, optimistas, modernizadores de este país. Gracias a ellos, parecían (o parecen) decirnos, habrá progreso. Los policías y los políticos de medio pelo que salen en Cámara Infraganti se notan nerviosos. Es claro que no saben bien que está pasando y que ver a tantos muchachos reunidos les inquieta.

Lo que pasó esta semana en cuanto al Festival Ceremonia me recuerda un poco esos viejos tiempos. Las autoridades correspondientes no otorgaron permiso para la realización de este festival que estaba planeado en Xochimilco. Los artistas locales e internacionales ya estaban contratados, los boletos se habían empezado a vender y, sin embargo, ante la tensión que provocan en la ciudad las movilizaciones del la CNTE,delegación y gobierno de la ciudad prefirieron no autorizarlo. La organización del evento reaccionó rápido y encontró una nueva sede, el Centro Dinámico Pegaso, en el estado de México.

Hubiera sido una pena que una propuesta tan valiosa como Ceremonia se hubiera cancelado.

(RULO)