Contracultura pop | La superioridad moral de quienes odian al reguetón

Opinión

No deja de sorprenderme que, con casi dos décadas de existencia, el reguetón no ha perdido su capacidad de ofender a las buenas conciencias, a los guardianes del buen gusto, a la policía de la música exquisita, a los que creen que odiarlo les brinda una superioridad moral, cultural, social o musical. Como Aleks Syntek, quien resbala estrepitosamente opinando de este asunto.

Ayer me encontré una declaración, cortesía de Aleks Syntek, que francamente me dejó con el ojo cuadrado: “El reguetón viene de los simios, ojo”. Sí, según una nota de Excélsior, eso dijo el autor de reconocidísimas obras del pop como “Más fuerte de lo que pensaba”, en entrevista con Adela Micha.

Tuve que ver el video para corroborar que era cierto. El fragmento en el que hablan de este tema empieza con el músico quejándose del reinado de este estilo, de su omnipresencia, de la similitud entre una canción y otra. Le acusa de ser música que no te deja pensar y la acusa de ser “muy sexual” y “porno”. Honestamente no sabía que fuera tan mojigato. Luego nos recuerda que es embajador de Unicef (¿?) y remata con su chistorete simiesco, provocando las carcajadas de todo el estudio. ¿De qué se ríen? No tengo idea. La conductora, con su usual estilo “irreverente”, responde lo dicho por el músico con una frase igual de ofensiva y del mismo nivel intelectual: “Pos nomás basta con verlos bailar”.

El reguetón, señor Syntek, no es música creada por simios. Quizá si se pone darwiniano, pero entonces habría que incluir TODA la música. Es una música de raíz negra y latina —hip hop con ritmos latinos y caribeños, particularmente jamaiquinos— que se originó en Puerto Rico durante la década de los 90. Implicar que es música que viene de los simios es implicar que negros y latinos somos simios. Un discurso con gran parecido al de los nacionalistas de Charlottesville. También es inevitable no pensar en los abominables ruidos, imitando a estos animales, que se escuchan en algunos estadios de futbol —de Europa y México— cuando un jugador de raza negra del equipo rival toca la pelota.

Se nota molesto porque la radio pop destina prácticamente todos los espacios de su programación a este tipo de música, y pocos, cada vez menos, a la que él hace. Se nota resentido. Obsoleto. Como Frank Sinatra acusando al rock and roll, recién nacido, de ser caldo de cultivo para degenerados y sentenciándolo a seis meses de vida. Como Tipper Gore, la esposa de Al, encabezando un grupo que logró pegar esas calcomanías para censurar discos a finales de los 80.

¿Es Aleks Syntek un racista o simplemente un ignorante que no mide el efecto de lo que está diciendo? ¿De qué otra forma se pueden interpretar sus declaraciones? Yo lo conozco desde hace más de 20 años y siempre me había dado la impresión de ser un tipo intenso, pero educado, sensible, amable, elocuente. Quizá eso explique que se haya disculpado de inmediato. Quizá se habrá dado cuenta de la gravedad de sus palabras. Esperemos que no haya sido una frívola maniobra de relaciones públicas. El horno, en temas de racismo, aunque sea velado, ligero y normalizado, no está para bollos.