‘Un hombre que se prende a la vida como la hiedra al muro’

El día que Mauricio Rosencof y Ernesto El Che Guevara se conocieron, hablaron un largo rato sobre el tango y la verdadera nacionalidad del cantante Carlos Gardel, pero la mayor parte del tiempo los consumió uno de los temas habituales de esa época latinoamericana: la lucha revolucionaria.

Años después, El Che murió y Rosencof continuó llenando su hoja de vida alrededor de la causa guerrillera: fundó la Unión de Juventudes Comunistas en su país, dirigió a los Tupamaros, uno de los grupos armados más emblemáticos de entonces, y estuvo preso trece años con José Mujica, en una celda que medía 1.80m por 60 centímetros y que estaba enterrada en la penitenciaría nacional.

Al salir del foso escribió decenas de novelas, poemas, ensayos y obras de teatro. Luego fue nombrado director de la casa de la cultura de Montevideo, y hoy, Mujica, su amigo y ex compañero de armas, es el presidente de Uruguay.

Conocí a Rosencof cuando éste estaba a punto de llegar a los 80 años de edad. Fue una tarde que nunca voy a olvidar, en la que durante largo rato me compartió sus historias.

“Hace pocas décadas – me comentó Rosencof con su voz lúcida- el presidente de la república Oriental del Uruguay (Mujica) estaba conmigo y con otra dirigente Tupamaro bajo tierra durante 13 años.

Como dice un poema de Nicolás Guillén: “Ya estará el escarabajo arriba, cuando el de arriba esté abajo”. Ahora, de la misma manera que hubieron procesos que fueron armados, estos no se frustraron, sólo se interrumpieron; la lucha es una cosa que continúa, ingresar a la lucha es ingresar a un camino que es para toda la vida y ahí te puedes encontrar instancias de armas tomar, instancias de parlamentar, te puedes encontrar con un balazo o con la cárcel, con la presidencia, pero tampoco termina ahí”.

– ¿Qué le dice a alguien como usted -que ha vivido las diversas etapas de las luchas latinoamericanas de los 50 años recientes- esta ola política que se vive en la región?

-La pregunta me la estás haciendo en México y te la voy a contestar para los mexicanos, que son profundamente católicos. Cuando terminas los cuatro evangelios, hay un libro que se llama “Hechos de los primeros cristianos” y comienza diciendo: “Los primeros cristianos tenían todo en común y cada cual retiraba según sus necesidades”. Por llegar a la conclusión de que los primeros cristianos eran marxistas, pero explica mucho que haya habido un Camilo Torres y un Ernesto Cardenal, y que haya habido un padre Dionisio Olivera, que es compañero nuestro y que fue abatido. Es decir que desde la noche de los tiempos, hay hombres que vienen luchando por la igualdad social, para que el hombre no sea lobo del hombre; las condiciones y las características de cada país, las tienen que interpretar los hombres de ese país, con la sicología de sus pueblos, eso es lo que entendemos nosotros.

– Usted encaró muchos embates a lo largo de su vida, ¿de dónde sacaba la esperanza?

– La esperanza es inherente a la condición humana.

– Pero no es fácil que permanezca, por ejemplo, después de miles de días de tortura y golpizas como las que ustedes vivieron.

– Yo te diría que sí, que la mayoría, que casi todos siguen en la actividad, en la lucha, en el frente. La esperanza no es un fenómeno que se adquiere a seis meses sin intereses de recargo. Está integrada al individuo, de la misma manera que la resistencia frente a las situaciones difíciles. El hombre se prende a la vida, como la hiedra al muro y la vida es la esperanza, la vida es lo único que conocemos y no hay nada mejor que la vida.

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(DIEGO ENRIQUE OSORNO / www.diegoeosorno.com)