Un lugar para hacer literatura, por @guillermosorno

Desde hace tiempo me obsesiona la siguiente pregunta: ¿tienen los creadores jóvenes mexicanos un papel transformador, un nuevo lugar cultural y político? ¿O son meros apéndices, un reflejo de un sistema desigual, oligárquico, una imagen, acaso más elegante, de un asambleísta o un delegado político?

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Uno mira, por ejemplo, la feria de arte contemporáneo Zona Maco, con sus fiestas y cocteles. Hay tanto dinero en ese mercado que los artistas y sus obras se han convertido en una mercancía, un rasgo en la distinción social.

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Uno mira con simpatía la Colección Jumex, pero la reciente cancelación de la exposición del austriaco Hermann Nitch, y las fotos que se han publicado de su fundador, Eugenio López, en la revista Vanity Fair (bajándose de un helicóptero, como uno de los hombres más poderosos del mundo), y el reportaje de la revista Hola sobre la inauguración de hace algunos meses le hacen a uno temer que la fundación Jumex termine como un monumento al ego de su fundador, y se parezca, más de lo que él quiere, al edificio de enfrente, el Museo Soumaya.

Vive Latino y Corona Capital son al mismo tiempo una gran explosión musical y escaparate grosero de marcas y productos que compran un espacio de exhibición. Las grandes editoriales son una maquinaria de contenido mediocre, donde los autores de libros prefabricados reciben mayor atención y beneficios que un autor literario.

Los medios de comunicación masiva y la cultura son antagónicos (¿qué más es nuevo?); los periódicos han decidido reducir el papel de sus secciones culturales y la cultura, en general, se trata como un apéndice del entretenimiento.

Ayer, sin embargo, leía la entrevista que hizo Babelia, la sección cultural de El País, a cuatro de los 20 escritores mexicanos que han sido seleccionados para representar al país en la feria de libro de Londres.

Hay varias claves interesantes en sus respuestas que, me parece, apuntan hacia el sitio donde verdaderamente se está renovando la cultura y, por qué no decirlo, el país.

Por ejemplo. No tienen un programa generacional ni mucho menos. La literatura, como la cultura en general, está mediada ahora por el internet donde cada uno investiga y encuentra las redes e influencias que necesita.

Los caciques culturales han desaparecido, los escritores jóvenes descreen del papel del intelectual como intermediario entre la gente y el Estado.

Son pesimistas con respecto a la ruina de país que les ha tocado vivir.

Es decir, están como todos nosotros. Supongo que ese es un buen lugar desde donde se puede hacer literatura.

( Guillermo Osorno)