Xochimilco: tres tiempos

POESÍA

2:00

me desperté de pronto bajo manos hilarantes (mientras la madrugada se reventaba el hocico contra el camellón) y la estridencia de las luces de las patrullas y los comercios se me echó encima: sólo necesitaría una chica bonita a mi lado (incluso si no fuera bonita: pero que quemara), no hace falta: tú eres mi chica bonita les dije a los ojos de humo y me acosté junto a una banca (nunca está mal ocultarte de los policías de mierda): ¿sientes este frío que avanza a dentelladas?

hoy no ha sido un día peor que otros: gané y gasté en el vapor de la calle (eriza la mañana: se va peinando solita cuando se le caen los dientes de leche): hoy no ha sido el día peor del mundo aunque cada vez gire más lento: los años van llegando con mayor retraso: rayos distantes de una luz pobre

¿y dónde está el futuro, bro? no en las vías ni en las miradas: es una gota de mercurio perdida en el torrente de la sangre: cuando caigo y me abro la frente como un coco las veo mirándome (algunas somnolientas) (y así) tengo el porvenir en mis manos y qué bueno que nadie lo haya notado (ya habrían venido a pedirme limosna)

escucha (aun ahora: está cantando un pájaro y se te ocurre que desde siempre)

les digo: “yo soy el futuro (mírame como si fueras el hombre más bravo): un aviador caído en el desierto… el guerrillero inmortal en la selva” pero ni la arena ni el brillo mineral del desierto en esta tierra falsa (arena sin huesos repleta de raíces blandas) miramontes: sólo que me crezcan entre la cabellera porque aquí ni un monte ni una torre: sólo un camellón delgado a donde hoy no llegó el frío porque la primavera lo distrajo

“todos venimos de cierto tanque séptico: y todos regresamos de tus alas (querida primavera)” (soy) un gladiador en el Coliseo (un Rocky Balboa abriendo sueños en los pómulos de la noche) y hoy veo todas las constelaciones en la vasija rota de cráneo que me queda al final de la madrugada (por eso digo que es mentira que en la ciudad ya no broten las estrellas) yo sé dónde están (no es que sean mías) pero en este cuenco de calavera: allí: la luz turbia y el cuerpo nítido del agua (pero afuera ya está cantando un pájaro)

10:30

la primavera corrompida desde febrero “mira que el poder para destruir el verdor también es el poder para desearlo” un amplio camellón con cara de parque (su nicho: un montón de cascajo recargado en el pecho de un fresno)

“un amplio camellón con cara de parque y pretensiones de prado”: en el paréntesis fresco: un perro con bozal da la media vuelta a su caminata: una fuente abre su boca raída a la lluvia (una idea de alberca brutal en su azul descarapelado) un loro doméstico remeda un columpio descompuesto

pero los pájaros están cantando (y a uno se le ocurre que desde siempre)

a lo largo del muro de graffiti los quásares de una mano que brilla y amplias constelaciones que vencen la cara de plomo de la ciudad “Rie tase”: del otro lado las calles enrejadas tras las cuales una clase media harapienta protege los restos de los restos: uñas sin filo

al centro los altos signos de exclamación de las torres eléctricas: “¡qué tristeza la tristeza de un parque medio abandonado!” su decrepitud avanza en carreras de niños que imitan pájaros que imitan el atareado ir y venir de las sirvientas (entre las exploraciones aéreas de las raíces del hule)

—imagínate una casa —dijo el ventanal— que diera al verdor de la avenida: todo el día (todo el año): imagínate que alguien te mira (blanca desde afuera) y observa tu ojo alargado zurcado de laminitas de cobre

mira las gruesas cortinas rojas del primer piso y las macetas con patas de elefante del segundo y se pregunta qué ojos necesitaban ojos tan desmesurados al ver el ventanal más pequeño en forma de corazón

“no se puede vivir sin luz: sin cortinas abiertas por donde el verdor de la ciudad (barroco en su mesura) asalta la sala: recobra rincones de la retina (aires enaltecidos en el anillo caliente de la mañana podrida)”

(pero ya está andando el mediodía) avanza sobre los juegos infantiles ancianos (duros) inmóviles bajo el peso de las décadas junto a los juegos niños y su proliferación de manivelas de polímeros amables: (bajo ellos) el suelo de goma donde las infancias ya no reciben el taller de los raspones de rodilla: un ave negra (patona y despeinada) sube a saltos a una banca: abre el pico largo ladea la cabeza y vuela hacia los árboles: ahí (cuando no la ves) la escuchas

19:00

regresamos a las flores (y a sus avistamientos luminosos) porque venimos del agua verde donde los lirios marcan una sintaxis vaga

volvemos a Xochimilco deshilachados de colores: canarios cascados rosas astilladas celestes martillados (fantasmas pobres de una ofrenda a Frida Kahlo) pero los pájaros están cantando (y a uno se le ocurre que desde siempre)

“de la sierra morena”

volvemos pobres (pagando sólo una hora) “un elote un esquite” habría que preguntar si también se venden los ojos de aquel poeta antiguo que les cantó a las flores como si fuesen ejércitos de muertos

“cúbrenos los ojos de pétalos acostúmbranos a que nos caigan encima las uñas mordidas de las begonias las cáscaras de los geranios la osadía celeste de las rosas blancas para que nos sigan cayendo cuando la tierra se recueste sobre nosotros”

los días se marchitan antes de que los ojos de la ebriedad lo noten “los ojos no deberían notar más que los ojos de los mastuerzos” quién fuera estas nereidas: sus dientes son de maíz y sus preocupaciones de geranio “cuéntame, linda, de quién fue este sueño repleto de lanchas de mariachis”

“un par de ojitos negros (cielito lindo)”

venimos del agua: de su nombre colindante a la tierra: de su lento sueño que no conoce sepultura: “no nos pruebes: nuestra ligereza es la del parpadeo de las violetas y nuestra memoria tan perdurable como la flor del lirio”

“chi, húndelo, te voy a reportar (hunde el palo) chiquito ¡te vas a estrellar!”

(no creas) si te cuentan que (todo) está en el agua: (el agua) menos profunda que impenetrable (más puerca que noble) con su patos mezquinos que cruzan la región (que nunca ha sido transparente :aquí: donde no es necesario dar con tierra: donde los animales vespertinos afilan sus patas mientras la música hecha al vuelo su enagua deshilachada y miras a la criatura que te ofrecen (desde la nave vecina) en una bolsa de plástico con agua

“ojos botón de lino (como tiniebla)”

“venimos del sueño de Axolotl que por querer ser todos los animales y parecer un niño testarudo quedó varado (autotrófico e inerme) en los canales de Xochimilco para regocijo de la nostalgia: qué eres (pequeño decano): una lagartija con melena de león: la larva del hombre pájaro: una salamandra desnuda (brillante y perfecta) que seduce porque parece tener empatía con quien le caza: encomiéndate  a otro turista Axolotl (hoy estás muy caro)”

nadie sueña este sueño: nadie cree mirar las bifurcaciones cada vez más silvestres, la afluencia en racimos de colores: el agua casi poca y esta cosa como un alegría que habrá que reportar

“qué ocultan en tus ojos cielito lindo pestañas negras”

venimos del agua donde la muerte (en su versión más verde) florece (allá abajo) donde los ojos necesitan del sueño para mirar: ¿quién estará en el agua? cuando la gesta termine “¡húndelo, Chiquito!” hoy no vamos a planear: pero podemos aletear cerca del nido de la fiebre

“ese lunar que tienes cielito lindo junto a la boca”

 (Claudina Domingo)