“El tiempo y sus rituales”, por @drabasa

En su ensayo “El Tiempo”, Jorge Luis Borges recuerda que para Platón el tiempo “es la imagen móvil de la eternidad”. Y la eternidad, a su vez, explica el argentino, “no es la suma de todos nuestros ayeres. La eternidad es todos nuestros ayeres, todos los ayeres de todos los seres conscientes. Todo el pasado, ese pasado que no se sabe cuándo empezó. Y luego, todo el presente. Este momento presente que abarca todas las ciudades, todos los mundos, el espacio entre los planetas. Y luego, el porvenir. El porvenir, que no ha sido creado aún, pero que también existe”. Sustancia activa de nuestras vidas, remedio de males, proveedora de nostalgia, depredador de momentos felices, el tiempo es una de las únicas medidas ciertas que podemos compartir los seres humanos. El tiempo es también el tema del noveno festival de cine documental Ambulante.

Atinados como suelen ser, los organizadores del festival escogen ese éter extraordinario que concatena todos los momentos históricos como tema principal de la edición que comienza el jueves 30 de enero. Momentos que fluyen en ese magma temporal imperturbable fincando cambios de rumbo, alteraciones en el devenir. La historia se reescribe cada vez que se añade o se suprime algún elemento natural en el paisaje. Antes de que existiera Ambulante, el cine documental era un género para iniciados. Nueve años después más de cien mil personas en 12 estados de todo el país asisten a las funciones que conforman la programación del festival. He aquí una aportación histórica, una marca en el tiempo, un punto de inflexión en la manera en la que entendemos nuestra cultura.

El tiempo en su eterno desfilar exhibe ante los ojos del que está atento diversas maneras de habitar el mundo. En nuestro tiempo, la norma pareciera ser que paradójicamente hoy que los sucesos de todo el mundo están a vuelta de tuit, hoy que desplazarse es más fácil que en cualquier otro momento de la historia, lo único que le importa al individuo es su vida. Es adicto a ella. Y el mundo se manifiesta como un rumor en segundo plano, como una escenografía puesta al servicio de los impulsos que reclaman la atención más inmediata. La programación del festival, cargada de un espíritu transformador y revolucionario, navega a contracorriente de esta inercia. Rompe nuestra atención enajenada. Nos invita a vivir realidades extraordinarias, terribles, conmovedoras. En esta edición, por ejemplo, hay una cinta sobre la revolución egipcia, otras sobre regímenes genocidas como el de Indonesia en los años sesenta o el de los jemeres rojos en Cambodia. Pero también está la historia de un joven autista que viaja por Italia con sus amigos buscando ser iniciado sexualmente, la perturbadora realidad detrás de las orcas amaestradas en los estanques de parques de diversiones en los Estados Unidos, un documental sobre Snoop Dog y el mítico Stop Making Sense de los Talking Heads; una película que muestra la sacrificada vida de un joven ciclista en su camino hacia el profesionalismo (que por cierto será exhibida gratuitamente en el Bosque de Chapultepec después de una rodada, organizada por el mismo festival, que parte desde Bellas Artes el domingo 2 de febrero al mediodía), y un largo etcétera que viaja a lo largo y ancho de todo el mundo, que profundiza en culturas disímbolas y separadas en el tiempo.

Una de las cintas más extraordinarias de la edición 2013 de Ambulante fue La cueva de los sueños olvidados de Werner Herzog. En ella se observa que el afán del hombre por entender su vida a través de la representación artística es tan antigua como nuestra propia especie. Necesitamos estos relatos para dejar constancia de nuestro paso por esta gigantesca eternidad de la que somos pequeños eslabones. Necesitamos relatos que nos ayuden a manejar y modelar el desconcierto que causa habitar un mundo que no podemos comprender. Este festival, ante todo, es un carnaval de historias y relatos que ofrecen la posibilidad –y mira si nos hace falta– de realizar el viaje que según Marcel Proust es el viaje máximo al que pueden aspirar los seres humanos: mirar el mundo con nuevos ojos. 

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(DIEGO RABASA)