“Jacarandoso en Primavera”, por @zolliker

Bendita primavera que te pone jacarandoso, me dijeron en twitter.

Lo que es cierto, es que la primavera es anunciada en el centro del país con paisajes bellísimos que se pintan violáceos por el florecimiento de las jacarandas. ¿Quién no los ha visto? Lo mismo son arbustos pequeños o grandes árboles de hasta 30 metros que nos dotan además, de un aroma dulce y alegre; un perfume desenvuelto que arrastran las corrientes de aire de las plácidas tardes de  renovación. Sí, las jacarandas, de vida nos embriagan la vista y el olfato, que en compañía del viento, nos hacen llover esas pequeñas flores en un paisaje sin igual.

Poco antes de que en México nos viéramos enredados en la revolución, en el mundo surgió el “Movimiento para embellecer las Ciudades”, para contrarrestar la sobre-urbanización y vitalizar los espacios públicos de la urbes con alta densidad poblacional, como Chicago y Washington D.C., que en pocos años se habían llenado de edificios departamentales, vecindades y viviendas compactas y saturadas.

Con este “Beautification Movement”, algunos se dieron cuenta que se podía dignificar la vida de las personas al contar con espacios públicos estéticos, bien cuidados y donde las familias pudieran compartir y distraerse, al aire libre. Curiosamente, se dieron cuenta además, que al contar con dichos espacios, disminuían los delitos y bajaba el número de depresiones reportadas. Discutibles estadísticas siempre habrán, pero no podemos negar que con espacios públicos hermosos y utilizables, se mejora la Calidad de Vida. Algo que por décadas, se  descuidó en México.

Y las Jacarandas, nos dan un poco de esa belleza tan necesaria en las metrópolis modernas. No por nada, el mismísimo general Cárdenas —según lo cuenta Enrique Krauze—   mandó plantar cientos de ellas, “porque le daban alegría y elegancia a la ciudad”. Y Salvador Novo, el cronista de la ciudad, en su poema Florido Laude, escribía “[…]la Jacaranda de Guadalajara/que inmola alfombras tenues a los pasos románticos.” Por su parte, el escritor Alberto Ruy-Sánchez dice en YouTube: “La jacaranda, acentúa la vida, hace levantar la vista, descubrirla esplendorosa y fugaz. Por su flor, hasta los otros árboles se vuelven más presentes y cada humano recupera, tal vez, una dimensión de sensibilidad perdida.”

Entonces, hago mi pública propuesta en este espacio, al Dr. Miguel Mancera y al Srio. de Turismo local, Miguel Torruco: el Gobierno de la ciudad de México, podría seleccionar una zona grande, en el bosque de Chapultepec o en algún espacio similar, donde sembrar cientos de Jacarandas, tal y como los japoneses lo llevan haciendo desde hace siglos en Shinjuku Gyoen con los cerezos, o los norteamericanos por años, con el ya famoso Cherry Blossom.

Comprendo que habrá disensos y hasta trolleos contra mi idea. Desde luego que hay temas más importantes en la ciudad (aunque dar calidad de vida a los habitantes me parece uno de ellos), y no dudo hasta habrá quienes encuentren sucia y molesta, la caída de las flores que Paco Ignacio Taibo I, calificaba como “tapetes floreados que son una alegría de paisaje en que uno quisiera poder levitar, porque da pena pisarlas”.

Así pues, complemento la propuesta: se estima (según The Fiscal Times) que el Festival del Cherry Blossom, le deja a la ciudad de Washington, D.C., la cantidad de 130 millones de dólares (directos, falta considerar la derrama indirecta) en un lapso de menos de tres semanas, por la gente que viaja a ver los cerezos florecer. Se estima que esto deja hasta cinco veces más al Japón en la época de primavera por el mismo motivo. ¿Por qué entonces, no hacer de las jacarandas en la ciudad de México, un festival y una industria turística también? Ahí si nadie podrá negar que para la ciudad, la creación de trabajo y flujos económicos, sean prioridad.

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(J. S. ZOLLIKER)