Yo juatsapeo, tú juatsapeas, nosotros juatsapeamos

Es uno de los verbos actualmente al uso más feos que existen (aunque el verbo más espantoso seguirá siendo “coadyuvar”, siempre). Es feo porque es anglicismo, como bulear (hacer buling, anglicismo para molestar, cabulear, abusar, etc.), trolear (hacer buling pero en redes sociales) o tuitear (perder el tiempo en el tuiter). Igual que el horrible feisbuquear, son cuatro sílabas que se leen como tres (deberíamos decir juat-sa-pe-ar y feis-bu-que-ar y no como decimos: juat-sa-piar y feis-bu-quiar) y porque está lleno de diptongos y fonemas extraños al idioma: cada que lo dices, tu lengua trabaja extra.

 Pero se agrava por lo que empieza a implicar a nivel te-vengo-a-arruinar-la-vida (más). De por sí la tenemos arruinada con Facebook, Twitter, la inteligencia de los celulares y que te agregue tu jefe.

Para entenderlo, remontémonos un par de décadas en el pasado, cuando el móvil aún era optativo. Sé que muchos lectores apenas dejaban de usar pañales por esos años, pero el que esto escribe ya estaba en los semestres finales de la universidad. Era tan la prehistoria que aún se podía marcar un teléfono con dial, no existía el horario de verano y los pesos aún eran “nuevos” (tenían hasta la letra N de “nuevo”, literal). Uno podía desaparecer tranquilamente sin necesidad de activar la alerta Amber: no había manera de localizarte y la gente se esperaba a la noche para llamarte o dejaba mensaje en tu contestadora; o de plano te iba a buscar, o a dejar una nota por debajo de tu puerta. Si pasaba una semana sin saber de ti, empezaban a preocuparse.

Platicábamos cara a cara, con un café o una cerveza. El café era parejamente malo en toda la ciudad, pero lo importante era el chisme, no si pediste un latte deslactosado. Había más felicidad: no había Whatsapp, ni grupos de Whatsapp, y la gente no juatsapeaba.

Todavía juatsapear entre dos personas puede ser tolerable. En el pleistoceno le llamábamos chatear. El problema son los grupos. ¿Los de tu oficina están en un proyecto? Abramos un grupo de Whatsapp. ¿Tu familia se vio el domingo y ya se extrañan? ¡A juatsapear en familia! ¿Las mamás de los compañeritos de tu hijo quieren despedazar a la miss de inglés porque dejó mucha tarea? ¡Linchémosla juatsapeando! ¿Tu grupo de amigos borrachos quiere comentar el partido? Juatsapeen desde la comodidad del hogar. ¿Estás en una junta importantísima con el cliente, en la cita amorosa de tu vida, en una agria discusión post-divorcio, o en un funeral? Tu smartphone no dejará de sonar porque tienes a 255 personas agregadas en 35 grupos diferentes y les urge comunicarle a todo mundo que su hijito ya hace en la bacinica (foto del evento), que los Pumas volvieron a perder, que alguien comió una pizza hawaiiana (foto del platillo), que la miss de inglés anda con el de deportes, que el profe de merca pasó el horrible trabajo final para mañana y tu hermano que chocó tu coche (foto de la facia).

Queda la opción de silenciar los mensajes. Pero no lo harás porque a tu cliente, tu romance, tu ex y al muerto en su ataúd les estará sonando el cel por las mismas razones.

(FELIPE SOTO VITERBO)