Micros: entre impunidad y corrupción

Este viaje en microbús inicia en La Merced, en el cruce de Circunvalación y Fray Servando, a unos pasos del Mercado Sonora. Vamos rumbo a Metro Puebla para comprobar que en 5.1 kilómetros de trayecto se pueden cometer muchas infracciones sin ser sancionado por la autoridad.

A simple vista, en este viejo micro de la Ruta 1, unidad 397, se pueden observar violaciones a los 10 compromisos firmados entre concesionarios y GDF para mejorar el servicio: el conductor no usa cinturón de seguridad y viene acompañado de su novia, quien ocupa el lugar para discapacitados y en todo el trayecto le hablará al oído.

Chofer y novia disfrutan de una estruendosa música de bachata que surge de cuatro bocinas colocadas en la unidad. A ninguno le importa que el compromiso 5 establecía que las “unidades no deberán circular con equipos de sonido, o cualquier otro elemento molesto para el usuario”.

A un costado, y en flagrante violación al compromiso 6, el “cacharpo” va colgado de la puerta delantera –que nunca cierra– y con medio cuerpo por fuera de la unidad.

El primer tramo del viaje es lento, sólo así el chofer puede evitar atropellar a los peatones y “diableros” que ocupan un carril de Fray Servando.

A veinte metros de la parada autorizada, un hombre de traje y corbata pide la bajada. El chofer se resiste, pero la insistencia del trajeado lo convence: se baja a mitad de la cuadra, justo frente a dos policías de tránsito, quienes ni siquiera se inmutan por la falta al reglamento.

Mientras tanto, el “cacharpo” aprovecha la lenta marcha del micro para bajarse, caminar al lado de la unidad, volver a colgarse de la puerta y saludar a vendedores ambulantes, igual que lo hacen las reinas de carnaval.

Entre Circunvalación y Congreso de la Unión, Chofer hizo cuatro paradas no autorizadas para subir y bajar pasaje. Nadie lo amonestó.

Al cruzar Congreso de la Unión, el conductor acelera por primera vez.

CÍRCULO VICIOSO

El gestor no es operador de microbuses, pero desde hace varios años les ofrece servicios y asesoría para trámites ante autoridades de transporte; accedió a la entrevista a cambio de mantener su nombre en el anonimato.

Al preguntarle por qué las estadísticas de 2011 y 2012 registran un descenso de 69% en las multas a transporte público, sonríe y responde con franqueza: “cuando bajan las multas, suben las mordidas”.

Después, asegura que con los operativos conjuntos de SETRAVI, INVEA y Tránsito las “mordidas” subieron de precio.

“Si te agarran los del INVEA no hay vuelta de hoja: vas al corralón y la multa te costará más de 30 mil pesos; en cambio, si llegas a un arreglo con los de tránsito, te ponen una multa máxima de 10 salarios mínimos y con una mordida de mil pesos, te libras de muchos trámites”.

El gestor explica que, al ser sujetos de extorsión policiaca, los choferes se ven obligados a manejar con más prisa y pelear cada pasaje para poder costear los gastos de diesel, la cuota al dueño de la concesión y la ganancia propia.

“Es un círculo vicioso”, lamenta y reconoce que esa dinámica entre microbuseros y policías, lo único que genera son “accidentes, accidentes y más accidentes”.

VÁMONOS RECIO

El motor del micro reniega cuando el chofer pisa el acelerador.

Pero no le importa, como tampoco le importará “echarle lámina” a dos vehículos Fray Servando y Genaro García al tiempo que cambia el CD de bachata por otra música similar. Sin policías a la vista, el margen para burlar la ley es ilimitado.

Acelera otra vez y dobla por Francisco Morazán. Se detiene dos veces más, a mitad de la calle, para bajar a tres señoras del micro.

Luego, en el cruce de Morazán y calle 65 ignora la luz roja del semáforo, aprieta el claxon y saca la mano para saludar a otros colegas que circulan al otro lado de la avenida.

El “cacharpo” avisa que llegamos a Metro Puebla.

LOS REYES DE LAS MULTAS INEXISTENTES

20 mil microbuses circulan diariamente en la Ciudad de México, sin embargo, en promedio sólo 10 son multados cada día por subir y bajar pasaje en lugares no autorizados, y cada año se multa a uno por circular con las puertas abiertas.

LOS 10 MANDAMIENTOS

Estos son los 10 compromisos que deben cumplir los concesionarios de transporte público a partir de la firma de un convenio con el GDF en mayo pasado.

1.     Unidades en condiciones óptimas que garanticen integridad de los usuarios.

2.     Ahorrar el 20% de la tarifa autorizada para capitalizar financiamiento del nuevo esquema de operación de movilidad urbana.

3.     Contar con documentación en regla y póliza de seguro para usuarios.

4.     Tener un programa de operación con paradas fijas permanentes para todas las rutas.

5.     Unidades sin equipos de sonido, iluminación de neón en interior o exterior, vidrios polarizados, o cualquier otro elemento molesto para el usuario.

6.     Los conductores no podrán llevar acompañantes o ayudantes.

7.     Los conductores deberán tener al menos 23 años (5 con licencia vigente).

8.     Coadyuvar en aplicación de sanciones para unidades involucradas en accidentes.

9.     Establecer Comités de Vigilancia, integrado por transportistas y gobierno.

10. El incumplimiento de algún compromiso generará: multas; resguardo de unidades en depósitos vehiculares; y revocación de concesiones.

¿CÓMO DENUNCIAR A UN MICRO?

Conoce el procedimiento para denunciar excesos o faltas al reglamento por parte de operadores de Microbús.

– Llamar a Locatel al 5658-1111 y ofrecer a la operadora los siete dígitos de la placa, número de ruta y lugar por donde circula el microbús. El nombre del conductor es un dato adicional importante, peor no obligatorio.

– Solicitar a la operadora de Locatel el número de folio del reporte, el cual será enviado a la SETRAVI para seguimiento.

– La SETRAVI debe documentar la queja y localizar la unidad que cometió la violación o irregularidad denunciada.

– La SETRAVI citará al conductor infractor para responder a la queja.

– De acuerdo a la gravedad de la denuncia o falta, el conductor será sancionado y la unidad enviada al corralón.

 (MANUEL LARIOS | MÁS POR MÁS)