Acostumbrados a los empujones, chilangos ‘sobreviven’ al Hoy No Circula

El trayecto parecía tranquilo en la Línea 12, alrededor de las 8:00 horas. No es que el viaje sea cómodo, pero tampoco había aglomeraciones fuera de lo normal. Uno que otro empujón bastaba para entrar; el pan de cada día de un usuario promedio del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

“La verdad es que no me había dado cuenta, parece que sí hay más gente, pero poquita —dice Lucía Romo, estudiante de preparatoria que viajaba en el convoy rumbo a Mixcoac—. El Metro sigue siendo rápido para llegar a cualquier lado, aunque vaya más lleno”.

A ella no le incomodó, y ni notó, que en el primer día de Hoy No Circula para todos, hubiera alrededor de un millón de personas más en el transporte público, cuyos autos dejaron de circular por tener calcomanía rosa, sin importar si son holograma 00, 0, 1 y 2.

ESTO TE PUEDE INTERESAR: EN CASO DE CONTINGENCIA, DEJARÍAN DE CIRCULAR DOS ENGOMADOS AL DÍA

Abril Domínguez, quien trabaja en una oficina en Polanco, está acostumbrada a los empujones y tiene la pericia para maquillarse con un vagón repleto de personas en su trayecto diario en la Línea 7, desde la estación Mixcoac hasta Polanco.

“Parece que hay un poco más de gente, pero una ya ni cuenta se da. A la hora de los empujones, lo que te importa es entrar o salir. Hasta al calor que hay en el Metro te acostumbras”, dice.

Afuera de la estación del Metro Auditorio, sobre Paseo de la Reforma, varias personas se arremolinan sobre los camiones que van hacia el poniente de la ciudad.

“Aquí siempre me he subido y siempre está muy lleno. No creo que hoy haya sido algo diferente, siempre se va apretado”, dice Julieta Pérez, quien trabaja en la zona de Santa Fe y toma todos los días el transporte afuera del Metro Auditorio.

Su trayecto es similar, pese a lo amontonado, los camiones pasan seguido y las filas duran pocos minutos, para después volverse a formar.

“Yo creo que aún con el Hoy No Circula, el problema es que ya no cabemos en la ciudad, a donde quiera que vayas, en coche o en Metro, siempre hay mucha gente”, dice Julieta.

ATRAVESANDO LA CIUDAD

Todos los días Luisa Rodríguez sale a las 5:30 am de su casa en Naucalpan, para llegar a la zona de hospitales, al sur de la Ciudad de México, donde trabaja en un instituto de investigación.

Este martes su trayecto fue un poco distinto, pero nada excepcional.

“Sí había más gente en el Metro. En (la estación) Panteones —de la Línea 2 del Metro— ya iba gente parada a esa hora y eso no es normal”, dice.

Para cuando llegó a General Anaya, donde toma un camión para ir a Periférico, había un poco de tránsito, en su mayoría causado por taxis que hacían base afuera del Metro, para cargar pasaje.

“Eso sí que no es normal. Hay muchos taxis para esta hora, aquí siempre hay muy pocos y ahora hasta doble fila hay. Fíjate cómo ellos hacen el embotellamiento”, dice mientras señala a los taxistas.

Para cuando llegó a Periférico, notó que los camiones le hicieron un descuento, por la tarifa especial anunciada por el gobierno de la ciudad el lunes por la tarde. Por su pasaje pagó cuatro pesos con 50 centavos, cuando normalmente paga un peso más.

Su trayecto lo completó con 15 minutos de retraso, que aunque parecen poco, sí le causaron estragos en su rutina.

“No está bien, sobre todo porque hay quienes tenemos que checar a una hora y si no ya no te pagan. No se puede ir diario con esta angustia”, dice Luisa, sobre una situación a la que aún le sobran tres meses más.