“¡Aguas con las lluvias!”, por @zolliker

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Seguramente podríamos hacer un libro -o un tratado- de lo que ser chilango significa.

A esta enciclopedia, podríamos dedicarle un capítulo entero, al sentido de invencibilidad que creemos tener ante las lluvias; es decir, sabemos que todos los años inicia la temporada de lluvias por esta época y aún así, solemos los chilangos, como si de ello dependiera nuestra identidad, salir sin paraguas en estas épocas.

Pues sí, como bien puede imaginar estimado lector, llegué empapado a mi reunión. Y no es que no tuviera sombrillas a la mano. De hecho, tengo una en la oficina y otra en la cajuela del auto. Pero simplemente, las olvidé y decidí irme a pie. De buenas a primeras, a la mitad de mi recorrido de una decena de cuadras, percibí ese ventarrón que avisa de precipitación cuando huele a humedad y se siente de muy diferente temperatura a la normal brisa urbana.

En segundos se obscureció el cielo y parecía que la noche nos había caído de pronto a las cuatro de la tarde. Como cualquiera que estaba en la calle en ese momento, intenté acelerar el paso infructuosamente, como si de verdad pudiera ganarle a la lluvia. Pocos pasos di cuando comenzó el aguacero.

Entonces me percaté de una peligrosa actitud de algunos chilangos: los que van en autos, aceleran por querer evitar el tránsito que provocará la lluvia. Nada peor que autos a mayor velocidad en superficies encharcadas que se tornan resbalosas. Y otros peatones, compañeros de la desgracia aguada, ante la lluvia y para evitar mojarse, corren a buscar refugio, o el siguiente camión, o vagón del metro, pero eso puede significar atravesar la calle donde les de la gana y a su real entender, y por ende cuantiosas veces, sin siquiera fijarse en los autos que vienen.

Con buena razón, en estas épocas se observa un incremento en el número de atropellos y de accidentes viales. Como conductores, por favor, mucha más precaución. Consideren que ustedes están secos y cómodamente sentados a bordo de un vehículo sólido, mayoritariamente de acero, que pesa más de mil kilogramos y que puede ser un arma mortal contra terceros. Especialmente, si estos terceros no tienen carrocería que los proteja. Por ello, en lluvia, que dificulta la visibilidad, mejor enciendan sus luces (permitirá que los vean mejor otros autos y peatones) y manejen despacio siempre esperando que pueda algún peatón, salir de la nada.

Y como peatones, más vale que nos cuidemos y que recordemos, a la primera sensación de lluvia, que somos endebles y más vale llegar empapados (o tarde) que con una fractura, un esguince o, peor aún, no llegar del todo.

Lo cierto es que las épocas de lluvias ya nos llegaron al Distrito Federal y áreas conurbadas. No, no son “atípicas”, así que por un buen rato, serán parte de nuestra cotidianeidad, junto con los encharcamientos, las incansables horas en el tráfico y las respectivas mentadas.

Así que le recuerdo, sea usted peatón o sea usted conductor, lo primero es la seguridad, suya y de los que lo rodean. Espero que a diferencia mía y de la gran mayoría de sus convivientes, la próxima vez que salga,no deje de ir al baño y no olvide ni su paraguas ni una barrita de granola o chocolate, sin importar que el día luzca soleado, pues es un hecho que por un tiempo, las lluvias nos acompañarán seguido y más vale prevenir que lamentar.

Cuénteme, ¿cuál ha sido su peor experiencia durante las lluvias?

¡Anímate y opina!

Emprendedor. Empresario. Liberal. A veces escritor. Me gusta hacer que las cosas sucedan. Me apasionan la historia, la fotografía y la lectura.

(J. S. ZOLLIKER)