Cassandra, la paciente “olvidada” tras la explosión en Cuajimalpa

Cassandra Velázquez Rodríguez fue víctima de dos tragedias: la primera cuando una explosión derrumbó el hospital en que parió a su tercer hijo, el Materno Infantil Cuajimalapa, y la segunda, al ser víctima de negligencia médica en los siguientes centros de salud a los que fue trasladada.

Con 26 años de edad, Cassandra dio a luz a su tercer hijo el miércoles 28 de enero. “Es una mujer fuerte”, dice su padre, Hedman Velázquez, quien ha acompañado a su hija desde el día del accidente en donde murieron tres personas.

Casandra acudió al Hospital Materno Infantil de la colonia Contadero por una simple revisión, no llevaba contracciones ni molestias, pero al evaluarla los médicos indicaron que se tenía que internar. En cuestión de horas tuvo un parto natural.

En el momento de la explosión sólo le faltaban cuatro horas para ser dada de alta y abandonar el hospital.

A las 7:00 horas del 29 de enero, Cassandra se encontraba en cama amamantando a su hijo cuando percibió el olor a gas y luego escuchó una explosión. Sintió golpes en el cuerpo y sobre su cabeza cayó un plafón del techo, como pudo cubrió a su bebé y buscó la salida del hospital.

Un rescatista intentó ayudarla. “Le pidió al bebé para que fuera más fácil sacarlos de entre los escombros, pero ella no quiso”, relata su padre. “Por eso digo que es fuerte, porque ya iba lastimada pero su instinto materno de proteger a su hijo la ayudó”.

PRIMERO LOS OTROS

Sin embargo, lo que Cassandra no sabía es que la explosión que colapsó el hospital de Cuajimalpa sería apenas el inicio de su pesar. Tras la explosión fue trasladada junto con su bebé al hospital Enrique Cabrera.

Jacqueline Rodríguez, madre de Cassandra, comenta que la atención fue mala. “No nos dieron información hasta seis o siete horas después y no nos querían decir cómo evolucionaba”, comenta con cansancio, aunque dice permanecerá con su hija hasta que todo acabe.

“Cuando mi hija llegó al hospital Enrique Cabrera sí la atendieron, pero sólo suturaron sus heridas sin lavarlas y la hicieron a un lado porque había preferencia para otros pacientes”, dijo su madre.

El diagnóstico fue malo: una fractura de quijada que necesitaba una cirugía mayor y dos pedazos de metal incrustados en su rostro, mismos que no le fueron detectados.

Por si fuera poco, recuerda la madre, uno de los médicos del hospital Enrique Cabrera quería firmara documentos que nunca se le permitió leer. “Si ya le dije lo que dice para qué lo quiere leer”, le comentó el doctor sobre el supuesto “parte médico” que nunca conocieron.

PRÓXIMA ESTACIÓN, XOCO

A pesar de su mala experiencia en los dos anteriores hospitales, Cassandra fue traslada a Xoco.

Ahí las cosas mejoraron un poco: “no requería de ninguna cirugía de quijada, los metales resultaron ser vidrios, y solo necesitaría una reconstrucción estética para cortar un pedazo de piel que ya no servía” por las heridas mal lavadas y suturadas en el hospital anterior, dice su madre.

Sin embargo como el caso de Casaandra no es urgente, si a Xoco “llega un balaceado o accidentado se les dará preferencia, y así mi hija se puede quedar seis o siete días más esperando”, comenta resignada Jacqueline Rodríguez.

Algo en lo que concuerda el padre Hedman Velázquez, quien afirma se la ha dado un tratamiento político a la tragedia.

Cassandra ya fue operada, pero su padre recuerda como los “dejaron ahí como olvidados”, mientras espera que su hija pueda abandonar el hospital el próximo martes.

(Geovana Royacelli)