” De por qué nos tratan como sospechosos…”, por @Felpas

El otro día vino un sujeto de EcoParq, los que instalan los parquímetros en la Roma, a tomarle foto a la sala de mi depa. Necesitan de una foto para comprobar que no miento respecto a mi domicilio y entonces otorgarme el derecho a estacionarme en mi calle. Asumen que la gente miente para obtener derechos de manera abusiva.

Es la Ley del Mínimo Común Denominador. Cualquiera que haya intentado tramitar una visa en la embajada de Estados Unidos puede dar fe que ahí todos somos iguales… al ganado porcino, al menos. Su hipótesis de base es que todos queremos la ciudadanía norteamericana y que planeamos lograrla por medios ilícitos. Por eso nos tratan con extrema sospecha.

Otro ejemplo: las medidas de seguridad en un aeropuerto están pensadas bajo la premisa de que todos somos sospechosos de terrorismo, narcotráfico y contrabando. Incluso, en grado de paranoia extrema, está prohibido decir en voz alta cualquier palabra relacionada a pistola, bomba, explosivos… El trato se establece a partir del mínimo común denominador: como si todos fuéramos delincuentes potenciales.

La gente que se pasa de lista es lo más vergonzoso de la especie humana. En la calle circulan en el carril del Metrobús: han descubierto, inteligentemente, que así pueden ir más rápido. Son los que se saltan la fila de entrada o salida a una vía rápida y se meten justo antes. Las leyes viales, mercantiles, fiscales, electorales, se supone están diseñadas de acuerdo a la regla del mínimo común denominador: para dificultar la vida a los pasados de listos. En algún punto, el revolucionario ideal de la Igualdad nos iguala con lo más vergonzoso de la especie.

La ley del común denominador, por desgracia, es selectiva y bastante porosa. Por ejemplo: un buen policía debe ser un sujeto inflexible, aunque nos saque de quicio (muchas veces así son y, pues eso: nos sacan de quicio). Hace bien el oficial que se ajusta a la ley de forma intransigente. Lo malo es que suele ser incorruptible hasta que le llegamos al precio y, muchas veces, está en oferta: ahí para el refresco.

Los que a la hora de pasarse de listos se sirven con la cuchara grande también son soslayados. Que la proporción de pillos entre las élites de este país sea muy superior a la media, hace pensar que para pertenecer al poder es indispensable haberse pasado de listo de forma consistente a lo largo de muchos años.

Por mera selección natural, llega un punto en que a tu alrededor todos son igualmente pasados de listos (o de lanzas, que es sinónimo). No solo eso: que ya estás en la posición privilegiada de saltarte cualquier ley, porque en este país las leyes, como la del común denominador, sólo aplican a los que creemos en ellas.

¡ANÍMATE Y OPINA!

Felipe Soto Viterbo nació en la Ciudad de México. Es autor de las novelas El demonio de la simetría, Verloso, artista de la mentira y Conspiración de las cosas. Es profesor de periodismo en la Ibero y de narrativa en el Claustro de Sor Juana.

(FELIPE SOTO VITERBO)