El Jefe Vulcano, una historia que se debe contar

Nidia estaba a pocos días de concluir la carrera de medicina así que le pidió a su papá, el director general del Heroico Cuerpo de Bomberos del Distrito Federal, dinero para su fiesta de graduación. Fue hasta ese momento que el hombre que dirige a los mil 522 apaga fuegos de la ciudad tomó conciencia de que su hija mayor estaba en la universidad.

Raúl Esquivel o “Jefe Vulcano” cumple el próximo 26 de octubre 70 años de edad, duerme apenas cinco horas al día y atiende desde su oficina o personalmente los 300 llamados de auxilio que a diario surgen en las 16 delegaciones del DF, la familia para él es importante pero el deber lo hace trabajar 18 horas continúas.

A este hombre de múltiples condecoraciones lo quieren derrocar un grupo de bomberos, las miradas de políticos y ciudadanos lo persiguen y por si fuera poco en cada emergencia se exige así mismo que nadie muera. Por todo lo anterior él se pregunta cómo es que su organismo ha resistido tanta presión.

El Jefe Vulcano

El timbre de la estación suena, los bomberos empiezan moverse rápido y automáticamente. El llamado de auxilio se debe a un incendio en el último piso de un edificio de la colonia Oriental. La sirena del carro tanque les abre paso entre el tránsito, pero no llegan a tiempo, los niños que habitan el lugar mueren calcinados.

Se le pregunta a Raúl Esquivel si la ciudad le da miedo, duda un poco antes de responder que no es miedo lo que siente, sino más bien lo que experimenta es una fuerte impresión de cómo la capital ha crecido; con miles de autos que les impiden el paso y edificios inmensos que representan nuevos retos para ellos en caso de una emergencia.

En los pasillos de las estaciones de bomberos al “Jefe Vulcano” se le acusa de nepotismo, de permitir el cobro de 50 pesos por exámenes de admisión a la corporación, de nunca haber sido un bombero de calle sino únicamente de oficina, lo tachan de prepotente e incluso en un video de Youtube un hombre le reclama no haberlo contratado y tratarlo mal.

El jefe de los apaga fuegos de la ciudad sabe de estos comentarios en su contra, dice que no les hace caso y que simplemente los olvida poniéndose a trabajar.

Es competitivo

Dentro de su oficina yace una pantalla de plasma que le indica, en tiempo real, cuál es la situación en las principales vialidades del Distrito Federal: aparece Periférico, Viaducto, después Calzada de Tlalpan y en tres segundos cambia a  Insurgentes  y luego a Ermita.

En la mano siempre hay un radio con la frecuencia de la policía. Todo el tiempo un equipo de hombres y mujeres entrar veloces para darle a conocer detalles de las emergencias en la ciudad.

El padre del actual director general del Heroico Cuerpo de Bomberos del Distrito Federal era un ciclista profesional y entregado a su deporte a grado tal que ganó numerosos campeonatos en su tiempo, quizá a su modo Raúl Esquivel emule los pasos del hombre que lo trajo al mundo.

Se le pregunta quién es su jefe de gobierno del Distrito Federal favorito y contesta que es Alejandro Encinas, quien en poco más de un año de administración compró carros y equipo personal para los vulcanos de la ciudad.

De Miguel Ángel Mancera dice que es un hombre sensible a las carencias de los bomberos.

Raúl Esquivel asegura que 16 mil pesos es el salario mínimo de un bombero capitalino, uno de sus subalternos los contradice al señala que el mínimo son 12 mil pesos al mes.

Favoritos de los tuiteros

Hasta el 3 de junio pasado, a las 18:30 horas, Raúl Esquivel había escrito en su cuenta personal 4 mil 932 tuits en los que ha informado a sus 5 mil 552 seguidores desde choques, caídas de árboles e incendios hasta rescates de gatitos.

Ello le ha valido que lo sigan personas como Paco Ignacio Taibo II, Pascal Beltrán del Río, el doctor Armando Ahued, Hannia Novell o Felipe Soto Viterbo.

Hoy recibió información de una fuga de gas en una primaria, este hombre que empezó a ser bombero desde los 19 años y que participó en emergencias como la explosión de San Juanico, manda a gente para salvaguardar la vida de los niños.

Reconoce que nunca estuvo al tanto de los años escolares de sus hijos, pero no le avergüenza dice que les dio todo lo que necesitaron incluidos viajes, incluso comenta que su esposa posee actualmente una muy bonita camioneta.

(JOSUÉ HUERTA)