En San Hipólito, la fe tiene oídos para todos

Su dedo índice derecho toca la palma de su mano izquierda, segundos después lleva su índice izquierdo a la palma derecha, entrelaza sus 10 dedos y dirige su mirada hacia el techo de la iglesia, esta es su forma de decir: “Señor, señor, piedad, piedad”. Las manos de Mariano son su herramienta para rezar y cantar alabanzas religiosas.

A unos pasos de la avenida Reforma, en  la Iglesia de San Hipólito —donde cada día 28 del mes llegan cientos de personas a venerar a San Judas Tadeo—, todos los domingos por la mañana los sordos tienen un espacio para expresar su fe católica.

En la Ciudad de México, esta es una de las pocas iglesias donde las personas sordas cuentan con un espacio dedicado a ellas; aquí, incluso, tienen traductores de lenguaje de señas que los guían durante toda la homilía.

Antes de las 11 de la mañana, las prime- ras ocho bancas de la iglesia se reservan para los miembros de la Comunidad Católica de Sordos San Hipólito. Este domingo, esas bancas son ocupadas por cerca de 50 de ellos.

La misa comienza y el sacerdote pide que se levanten. La mirada de los sordos está fija al lado izquierdo del atrio, donde un hombre que escucha y conoce el lenguaje de señas traduce al religioso.

En esta misa también hay dos “espejos”; así les dicen a las personas que copian los movimientos del intérprete y que están colocados en sitios estratégicos para que los sordos puedan mirarlos y seguirlos. “Ellos son las personas que estamos preparando para que sean los futuros intérpretes”, explica Adolfo Villaseñor, misionero claretiano y director de la pastoral de sordos.

Los intérpretes, puentes de comunicación entre sordos y oyentes, tienen un gran reto al traducir el lenguaje de señas, porque deben lograr que sus movimientos sean realmente entendidos por todos, resalta Claudia Solano, traductora de este grupo.

Además, hay 10 voluntarios, personas sordas que también sirven de guía para sus demás compañeros.

En estas misas también hay un coro de personas sordas que acompaña la música del órgano con los movimientos de sus manos, ya que ellos cantan con el lenguaje de las señas.

Al iniciar el primer canto, los feligreses sordos se unen a la música moviendo sus manos de un lado a otro, como si fueran un director de orquesta.

MÁS DE UN SIGLO

Esta comunidad tiene una larga historia: comenzó en 1905, por iniciativa de los misioneros claretianos. Adolfo Villaseñor asegura que fue la primera comunidad sorda católica en el país.

La mayoría de los asistentes sordos tiene más de 50 años. Mariano, de 60, perdió la audición como consecuencia de un accidente. Claudia traduce lo que él explica con señas: Mariano asiste a esta iglesia desde los 38 años. Decidió ser voluntario por un asunto de fe religiosa, pero también para servir a otros que, como él, encontraron una comunidad donde no se sienten excluidos.

Este domingo, las bancas de la iglesia de San Hipólito están ocupadas casi en su totalidad. Se escucha al unísono: “Yo confieso ante Dios todopoderoso…”, los sordos inician la oración: con su dedo índice derecho se tocan el pecho, después señalan hacia el techo de la iglesia y mueven el brazo como si siguieran el vuelo de un pájaro. Es la seña que utilizan para referirse a Dios.

Adolfo Villaseñor, director de la pastoral de sordos y guía de esta comunidad, explica que las actividades que tienen para las personas sordas son catequesis para niños, estudio de la Biblia, coro de lengua de señas y “anualmente nos reunimos varias comunidades sordas de diferentes partes del país para compartir el trabajo que hacemos”.

La celebración continúa. Los creyentes se preparan para recibir la comunión. Antes de entregar la hostia el sacerdote dice: “El cuerpo de Cristo”; un integrante de la comunidad sorda, parado al lado del padre, forma una “U” con su pulgar e índice derechos, baja y sube su mano. Esa es la señal para que los sordos puedan recibir la hostia.

Para terminar la misa, los sordos, con el puño cerrado y levantando el pulgar derecho, se persignan. Después juntan sus manos. Es su forma de decir “Amén”.

En el patio trasero de la iglesia, cerca de 30 sordos forman grupos, se saludan y platican. Sus manos se mueven frenéticas. Quien los mira y no conoce el lenguaje de señas sólo puede mirar y quedarse en silencio.

DATOS QUE TE INTERESAN

*200personas sordas forman parte de la Comunidad Católica de Sordos San Hipólito.

*45 mil 429 sordos  viven en la Ciudad  de México.

*2005 Año en el que fue reconocida oficialmente la Lengua de Señas Mexicana.
(Gabriela Hernández)