“Fui funcionario de casilla… y así fue mi día”

Una noche antes de la jornada electoral, un funcionario del Instituto Nacional Electoral le avisó a Branko Pérez que no sería secretario, sino presidente de casilla. En su casilla, recuerda, todos cambiaron de puesto porque muchos ciudadanos convocados no se presentaron a la jornada electoral. “Me gustó, sí lo volvería a hacer “, dice respecto a su experiencia Branko, de 30 años y que se dedica a la publicidad.

“Fui presidenta de casilla…y estoy devastada”, reconoce Amanda Solís, de 32 años, que aceptó participar por curiosidad; pese al agotamiento, dice que “la experiencia valió la pena. Acepté porque pude constatar -de primera mano-, todo el proceso electoral, es un trabajo descomunal que desde afuera se desacredita fácilmente y con tu trabajo le puedes dar validez por lo menos a tu casilla”, dice esta abogada e internacionalista.

“Sí, acabas muerto”, reconoce Mónica Valencia, publirrelacionista de 50 años que fue secretaria en una casilla de la delegación Benito Juárez.

“Casi no comes ni tomas agua, y terminas tarde, y el lunes yo me tuve que despertar temprano a dejar a mi hija en la escuela… Pero quiero heredarle a mi hija el sentido del compromiso de votar, por eso lo hice con gusto”, cuenta.

“Te dan ayuda de comida en dinero, pero en general nadie come”, coincide Solís, quien estuvo en una casilla de la delegación Cuauhtémoc.

Antes del día de las elecciones, los ciudadanos que aceptaron ser funcionarios de casilla tuvieron que asistir a una capacitación de tres horas, durante la jornada de votación trabajar al menos 12 horas, desde la apertura de casilla hasta la entrega de los resultados en el INE y el Instituto Electoral del DF.

“Empiezas a las 7 de la mañana”, dice Solís, quien señala que además de contar votos, llenar actas y entregarlas a tiempo, hay que “lidiar con los representantes de los partidos políticos o los ciudadanos”, pues muchos votantes se molestaban por tener que enseñar el pulgar o porque no querían que se les entintara mucho.

Como ni los funcionarios de casilla ni los ciudadanos “son expertos en legislación electoral”, señala Solís, muchos tratan de aprovecharse, en su caso, un señor presentó una copia fotostática a color y enmicada de una credencial de elector, diciendo que había perdido la original y pidiendo votar porque la copia “era igual”

Branko cree que los funcionarios deberían de recibir dos sesiones capacitación, una teórica y una práctica, en lugar de una global, para que conozcan mejor las funciones de todos los puestos y así solucionar imprevistos.

Valencia dice que los ciudadanos de su casilla tuvieron muy buena actitud, y que no hubo ningún incidente. Lo negativo de la jornada, dijo, fue el abstencionismo.  “Se tuvieron que anular la mitad de las boletas, pero me dio gusto ver a las familias que llegaban a votar, todos juntos”.

(AMÍN LÓPEZ)