La línea sin fin

Hace 99 días entró en operación formal la Línea 12 del Metro. Esa noche, una falla aglomeró a una multitud en los andenes de Mixcoac, esperando la llegada de un tren que los llevara hacia Tláhuac.

La respuesta del sistema ante las quejas fue que “estaban asentando” la línea: calculando el número y frecuencia de los trenes. Parecía el último detalle para que todo estuviera listo.

Hoy, está claro que no fue así. El Gobierno del Distrito Federal no ha concluido la obra y, por si fuera poco, ya presenta averías.

Ermita incompleta

En la estación Ermita, una de las conexiones más importantes de la Línea 12, hay interruptores con cables sueltos y tubos que salen de los techos. Y no han sido colocados todos los paneles que dividen los pasillos de la estación con el exterior.

En el mismo lugar no funciona un elevador para personas con discapacidad y, según denunciaron los pasajeros que usan muletas y silla de ruedas, no se instaló piso antiderrapante.

Además, los techos de los pasillos que conectan las línea 12 y 2 tienen goteras y, en algunos casos, cuarteaduras.

Males mayores

En la terminal Tláhuac el piso no ha sido colocado y es posible ver a decenas de personas trabajando a marchas forzadas.

Al exterior de la estación Eje Centra  puede observarse que el piso dañado por la obra no ha sido reparado.

En Atlalilco existen salidas de emergencia que no han sido concluidas. Por tanto, policías vigilan que ninguna de éstas sean utilizadas por los usuarios.

Algo similar ocurre en Mixcoac: en el transbordo hay policías y cartulinas para evitar que los usuarios entren por la salida desde la línea 7.

Mal y de malas

Pero la Línea 12 no solo falla en infraestructura. Los policías destacados en las estaciones no impiden que los elevadores para personas con discapacidad sean utilizados por gente que no lo requiere.

La situación se agrava en estaciones como Ermita, Olivos, Calle 11, Tezonco, Atlalilco, Eje Central y Periférico Oriente: no han sido colocadas algunas de las escaleras eléctricas.

Y Atlalilco, que une la Línea Dorada con la línea 8, podría convertirse en una trampa mortal. Las salidas de emergencia no están en funcionamiento y son resguardadas por policías para no ser utilizadas por los usuarios.

Este es el transbrodo más largo de la red: casi un kilómetro y cuarto de extensión. “En caso de temblor, ¿qué vamos hacer? Nos van a dejar aquí encerrados”, comentó Félix, usuario frecuente de esta línea para asistir a la Facultad de Derecho de la UNAM.

(DAVID RODRÍGUEZ Y JOSUÉ HUERTA / MÁS POR MÁS)