“Los Tacos de Cochinada” por Dr. Bolavsky

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Noctámbulos, bebedores, bohemios, hombres del alba, muchachas ebrias, mujeres enamoradas, seguramente han escuchado hablar de los Tacos de cochinada.

Existe un rincón en la Ciudad de México en donde uno puede asistir a altas horas de la noche a saciar su apetito y degustar un manjar único: el famoso Taco con Cochinada.

Con la apariencia de cualquier taquería, Tacos Beto oculta en lo más profundo de su sartén el secreto de su éxito.

Ubicada en la calle Dr. Vértiz 1023, colonia Narvarte, casi esquina con el eje 5, la calle de Eugenia y a 2 cuadras del Salón de Baile La Maraca; la taquería ofrece la especialidad de la casa: un taco campechano, combinación de Longaniza, carne y chicharrón con una deliciosa salsa roja.

Hasta ahí estamos hablando de un taco común, sabroso pero sin ninguna variante, es entonces cuando don Beto o alguno de los taqueros en turno -quienes cubren higiénicamente su cabeza con gorros de marinero- lanzan la pregunta ontológica.

¿con cochinada o sin cochinada?

La respuesta de cualquier conocedor es automática: “Con cochinada”.

Entonces el taquero clava la pala en el sartén hasta el fondo del aceite hirviendo y rasca de esas profundidades los asientos de cebolla, carne, longaniza, chicharrón y tal vez algún ingrediente secreto para medio escurrir el aceite y depositar “la Cochinada”  sobre el taco.

Cuentan los ancianos de la región, que hubo una valiente mujer que pidió que su taco sólo fuera de cochinada y vivió para pedir más.

Después de ingerir este milagro de la gastronomía mexicana seguramente le ofrecerán un refresco, yo le recomiendo cualquiera de color rojo ya que logrará un estupendo maridaje con la viscosa sustancia.

Más de 35 años tiene esta taquería y cuenta la leyenda que dichos tacos tienen efectos afrodisiacos, ya que como están abiertos entre semana hasta las 4 de la madrugada y los fines de semana hasta las 7 de la mañana, muchas parejas han surgido después de una opípara cena en Tacos Beto, yo recuerdo que la esposa de un amigo aún guarda dentro de un libro de poemas un pedazo de cilantro, recuerdo del primer beso.

(Dr. Bolavsky | MÁS POR MÁS)