Nunca es tarde para aprender

Yolanda Valadez y Consuelo Fuentes se conocieron hace unas horas, pero parece que son amigas de toda la vida. Ambas rondan los 60 y tantos años. Están sentadas en una mesa escolar, donde platican e intercambian consejos mientras cortan pequeños cuadros de vidrio que adhieren a un globo de cristal que se convertirá en una lámpara decorativa.

La charla se desarrolla en el taller de Vitrocerámica, en la Universidad de la Tercera Edad (UTE) campus Cumbres, de la delegación Benito Juárez.

Yolanda es alumna de la UTE desde hace tres años y dice que aquí encontró el lugar perfecto para hacer amigos y desarrollar “habilidades dormidas”.

Además de la clase de Vitrocerámica, la profesora jubilada está inscrita en otros tres cursos en el plantel Cumbres, y dos más en la UTE Mixcoac.

“La actividad te hace verte y sentirte joven —asegura Yolanda, originaria de la delegación Coyoacán— y al tomar cursos como los de computación, podemos acercarnos más el mundo de nuestros nietos y de las nuevas generaciones”.

Consuelo interrumpe a Yolanda y explica que el regreso a las aulas durante la tercera edad es mejor que durante la juventud.

“Desarrollamos competencias sociales con más honestidad, también valoramos mucho más a nuestros maestros y sus clases que cuando éramos jóvenes”, asegura Consuelo, quien pide llamarla ‘Cielo’.

Antes de salir de clase, Yolanda dice que prefiere ocupar sus días como alumna de la UTE a quedarse todos los días en casa. “Voy a seguir tomando clases hasta que el cuerpo y la vida aguanten”.

ABANDONAR EL ABANDONO

Casos como el de Yolanda y ‘Cielo’ se replican por millares en las instalaciones de la Universidad de la Tercera Edad, asegura Liliana Torres, coordinadora del plantel Cumbres desde noviembre de 2011.

“Muchos de ellos se encontraban en estado de abandono y aquí generan nuevos vínculos sociales; incluso ha habido alumnos que se conocen, se enamoran y terminan casados”, dice Torres, que tiene su oficina llena de collages de fotos donde aparece sonriente acompañando a los alumnos de la UTE en festivales, concursos de danza, exposiciones de retratos, y muchas otras actividades.

Y es que, desde su inauguración en marzo de 2009, la UTE atiende en promedio entre 2 y 3 mil adultos mayores por cuatrimestre en los más de 250 programas y cursos que se ofrecen en los planteles Cumbres y Mixcoac.

Concebida como una opción de capacitación y formación para los más de 65 mil adultos mayores de la delegación Benito Juárez, la UTE terminó siendo el punto de encuentro de los “abuelitos” de toda la capital.

“Inicialmente se pensó exclusivamente para los vecinos de Benito Juárez, sin embargo por ser el único modelo en todo el Distrito Federal, e incluso en el país, se aceptó a la población de la tercera edad de toda las delegaciones e incluso de otros estados”, afirma Torres.

PERDER EL MIEDO A LA TECNOLOGÍA

En otro salón de la UTE Cumbres, observo a una docena de adultos mayores, muy concentrados, coloreando figuras en Paint. Confieso que resulta extraño, pues es poco común ver a personas de la tercera edad utilizando computadoras.

Para Xóchitl Pacheco la escena es muy familiar. Desde hace cuatro años es la titular de la materia de computación y asegura que esa clase es de las preferidas de los adultos mayores.

Sin embargo, Xóchitl explica que los alumnos del primer módulo –como los que hoy están en el aula- llegan con cierto temor a las computadoras.

“Empezamos con lo básico: cómo prender y apagar la computadora, familiarizarse con el equipo, cómo manejar el mouse. Pero muchos tienen miedo a tocar las máquinas, porque en sus casas sus nietos o hijos les dicen ‘no toques eso, la vas a romper’ o ‘por tu culpa se me borraron unos archivos’, o simplemente no los dejan usarlas”.

Con el paso del tiempo, cuenta la profesora de computación, los alumnos van haciéndose “amigos” de las computadoras y, al final de los siete módulos, la mayoría de los adultos mayores abren sus cuentas de correos electrónicos, son hábiles en el manejo de Office, y se convierten en redes sociales.

“Muchos ex alumnos son mis amigos de Facebook, y siempre me publican mensajes en el muro agradeciéndome porque los ayudé a dejar de ser lo que ellos llaman ‘analfabetas cibernautas’, es algo muy satisfactorio”, asegura Xóchitl.

Con el acercamiento a la tecnología, agrega la profesora, muchos de adultos mayores retoman contacto con sus familiares. “Aprenden a comunicarse con sus  nietos y familiares a través de Skype, Facebook u otras redes sociales”.

CRECIMIENTO PERSONAL

De regreso a su oficina, la coordinadora de la UTE Cumbres aclara que este centro educativo no es para conseguir títulos, diplomas o certificados, sino para dignificar y mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.

“Aquí les proporcionamos herramientas de formación integral para esta etapa de su vida. Es un proyecto de educación no formal, que se especializa en atender al adulto mayor para incrementar sus capacidades físicas, intelectuales y mentales”.

Torres, licenciada en pedagogía por la UNAM con un interés especial en la formación de personas de la tercera edad, dice que en la UTE conviven amas de casa, abogados, jubilados y doctores con un objetivo que quizá nunca tuvieron oportunidad de cumplir en sus años de juventud. “Nuestros alumnos siempre lo dicen: aquí vengo a disfrutar de mi tiempo y de mi vida”.

Finalmente, Torres hace un llamado a los adultos mayores de la capital o a sus familiares, para revisar los planes de estudio e enlistarse en la UTE antes del cierre de inscripciones que vence este 31 de mayo.

(MANUEL LARIOS)