Otra vez la CNTE le espanta los clientes a comercios

Dentro del bar Crisanta, en los alrededores del Monumento a la Revolución, sólo están trabajando 8 de las 32 personas que regularmente atienden el lugar.

Manuel Cuevas, subgerente del bar, cuenta que tuvo que pedirle a su personal que no se presentara e, incluso, regresó a dos meseros más porque en todo el día sólo tuvieron tres mesas ocupadas.

Los comercios, dicen los dueños y encargados de los mismos, perdieron clientela a partir del plantón que instalaron los maestros de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en el Monumento a la Revolución, luego de que no les permitieran bloquear avenida Paseo de la Reforma el lunes por la noche.

Desde esa misma noche, dice Manuel, tuvieron problemas: “Vino un grupo de hombres. Se sentaron, pidieron comida y varias cervezas. Al terminar se retiraron y al detenerlos sólo dijeron ‘esta es tu colaboración para la causa’ y se fueron”.

Desde entonces, en el bar Crisanta, la orden es cobrar antes de llevarle comida y bebida a los clientes.

Pero ellos no son los únicos, según estimaciones de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope) de la Ciudad de México, en los días que lleva el plantón se han perdido 16 millones 500 mil pesos por ventas no realizadas.

Esta situación, según la Canacope, afecta a 98 locales comerciales que dan hacia la Plaza de la República —donde se encuentra el Monumento a la Revolución— y a otros 170 comercios que están dentro de la zona, mismos que han reportado una baja de 80% en sus ventas.

En el bar Crisanta, desde ayer comenzaron a llegar las primeras llamadas de clientes que querían cancelar reservaciones que tenían hechas para el 14 de febrero, a causa del plantón de maestros.

A Eliseo Ordaz, gerente de cuartos del Hotel Casa Blanca, que se encuentra a un costado de la Plaza de la República, le preocupa lo que pueda pasar si los maestros deciden quedarse más tiempo.

“Sabemos que cuando llegan los maestros la ocupación se nos cae automáticamente, afortunadamente hasta ahorita nadie nos ha cancelado. Sólo pedimos que no se queden más tiempo”, dice.

Con más de 30 años trabajando en ese sitio, Eliseo asegura que este tipo de actividades asusta a los clientes, quienes buscan otros lugares para pasear.

“Los turistas no quieren venir a un lugar sucio, con basura y mal olor. Prefieren ir a un lugar más limpio y seguro”, dice.

Los comerciantes incluso reclaman que, a raíz del plantón, las autoridades hayan relajado la vigilancia, y que la policía se haya replegado a calles aledañas y haya abandonado por completo la plaza.

“Están en las calles más atrás, pero por aquí ni de chiste se acercan. Tenemos que poner la mejor cara cuando (los maestros) entran porque si no se ponen agresivos. Estamos ya resignados porque siempre es lo mismo. La autoridad nunca está presente. Aquí no es tierra de nadie más que de ellos porque se la apropiaron”, dice Óscar Magaña, socio de un minisuper.

EL PLANTÓN OTRA VEZ

Con este campamento, Jorge Rosales dice que suma ya tres situaciones similares durante el tiempo que lleva como encargado de la cocina del restaurante La Soldadera.

“Los comensales vienen menos porque saben que la zona es conflictiva y nosotros nos quedamos sin el ingreso”, dice.

Patricia Pérez, la dueña del local, asegura que si la situación se prolonga más tendrá que dejar su local y no volver más.

En 2013, cuando la CNTE ocupó la Plaza de la República, sus ventas fueron tan malas que tuvo que pedir un préstamo que aún no termina de pagar.

“Si esto sigue, yo me voy. No puedo seguir costeando un lugar en donde la gente no viene”, sostiene.

El día está tan flojo que las hostess del restaurante pasan el tiempo tomándose selfies porque no tienen clientes que atender.

(Alejandra Crail)