‘Sexcabinas’ infringen la ley

Algunas de las cabinas se encuentran dentro de sex shops. FOTO: FERNANDO ORTEGA / MXM

Los jóvenes que atienden el local ubicado en de La Capital del Sexo, ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, están tan acostumbrados a escuchar gemidos provenientes de cintas eróticas, que ya no se inmutan.

Las sex shops son locales que han crecido tan rápido en los últimos años en la ciudad, que ya nadie se sorprende de encontrarlas en cualquier punto de la capital. Se vale fantasear, comprar juguetes, coquetear con la lencería, pero no ver porno.

Sin embargo, en ese y otros locales, es posible ver cine para adultos por tiempo ilimitado —y a todo volumen—, bastan 40 pesos para cruzar la cortina ubicada al fondo de la tienda. Las únicas indicaciones para los clientes son: “No hacer actos antihigiénicos” y “no ensuciar la pantalla”.

“Las cabinas no se han previsto por la ley, esto sería la norma como para los cines, pero en el caso de las sex shops no están permitidas, si alguien tiene cabinas y proyecta funciones, está violando la Ley de Establecimientos Mercantiles”, explicó en entrevista el diputado perredista Agustín Torres, exjefe delegacional en Cuauhtémoc.

Las cabinas son estructuras similares a las antiguas máquinas para tomarse fotos instantáneas: cuatro paredes de madera que forman un minúsculo cuarto donde apenas caben dos personas. Una pantalla está ubicada en el centro de una de las paredes y junto a ella dejan un control remoto forrado de plástico.

Según el legislador, las sex shops que ofrecen este servicio operan bajo el giro de establecimiento mercantil de bajo impacto, es decir, venden (o deben vender sólo) productos manufacturados, por lo que es ilegal tener este tipo de cabinas en el lugar.

En La Capital del Sexo hay por lo menos 15 cabinas, una seguida de otra, y no es necesario mostrar identificación para entrar ni a ese ni a otros locales ubicados sobre Eje Central-Lázaro Cárdenas.

Los gritos aumentan de volumen cuando el encargado abre la puerta de una cabina:

– Ésta es una de pareja, puede ser privada o con rendija para interactuar, explica, antes de sonreír burlonamente ante la pregunta de “qué significa interactuar” y, sin decir nada, abre la siguiente puerta.

La interacción consiste en una ventana que conecta dos cabinas, de modo que una pareja puede comunicarse —y observarse— con otra mientras cada una observa la película que haya elegido.

“Llegan las personas solas a ver las películas y se manipulan sexualmente ellas mismas y eso, si no se controla mañana, va a generar en que ahí tengamos sexo”, explica.

Por ello, consideró indispensable que al menos una vez al año la delegación efectúe una revisión a los establecimientos mercantiles, para supervisar la forma en que operan.

La delegación Cuauhtémoc dijo a este diario que no existe registro de las sex shops en la demarcación y al cierre de edición, la solicitud para tratar el tema de los establecimientos que proyectan pornografía con el delegado Alejandro Fernández no había sido atendida.

Para que las autoridades puedan inspeccionar esos sitios, debe existir una queja o denuncia por parte de algún ciudadano.

Aunque las cabinas violan la ley, Rinna Riesenfeld, sexóloga, terapeuta y dueña de la librería especializada El Armario Abierto, opina que “es mejor que un chavo de 18 años o más se meta a una cabina porno y se masturbe a que salga a la calle y tenga sexo sin protección ni información y embarace a alguien o se enferme de algo”.

La Capital del Sexo no es lugar para ello.

UN PROBLEMA, ¿DE DIFÍCIL SOLUCIÓN?

Las cabinas operan fuera de la ley, pero la gente puede decidir cómo ejercer su sexualidad:

Percy López Murillo

@percy_l

“Me parece que la ciudadanía puede ejercer su sexualidad, pero deben regularlas para evitar que entren menores de edad”.

Rinna Riesenfeld

@Rinnaarmario

“Los jóvenes ya están incitados, con internet ya se metieron a ver mil cosas, pero no se saben cuidar. Se avientan del avión pero sin paracaídas, si ya se va a aventar mejor dile cómo”.

Agustín Torres

“(Las cabinas) operan bajo una modalidad que es el giro de bajo impacto, porque venden productos manufacturados, aunque sean eróticos o sexuales”.