“Una belleza poco convencional”, por @DRabasa

Los Ángeles es una de las ciudades más fascinantes del mundo. Tiene una diversidad cultural que pocas urbes pueden presumir y da pie a una serie de contradicciones y aberraciones disparatadas, como ser a la vez la meca de la capa más superflua y obscena del show business gringo y el refugio para inmigrantes ilegales por excelencia.

Tiene una cantidad enorme de personas –especialmente en la zonas conurbadas– viviendo en condiciones de una marginalidad espesa y amenazante; y posee varios de los hoteles, restaurantes y mansiones más estrambóticas y espectaculares en el mundo.

Los años setenta en los Estados Unidos es, a su vez, una de las décadas más míticas de la historia reciente en occidente: vio el auge y posterior declive del movimiento hippie, el escándalo de Watergate y el fin de la guerra de Vietnam. Películas como El Padrino, Taxi Driver y Star Wars. Músicos como David Bowie, Led Zeppelin y Queen. Hacia el final de la década comienza a aplicarse la política económica neoliberal que hoy gobierna el mundo y vio cómo los modelos sociales comunitarios dieron paso a una vida de individualismo exacerbado (no por nada Tom Wolfe llamó a los setenta la “Década del Yo”).

Esta década y esta ciudad fueron testigos y anfitriones de uno de los movimientos artísticos más provocadores, potentes y políticamente comprometidos de los últimos 50 años: me refiero al colectivo chicano ASCO. El movimiento comandado por los artistas Patssi Valdés, Harry Gamboa Jr., Willie Herrón y Gronk, recuperó la calle como el foro ideal para el ejercicio de la confrontación política.

Renovaron el concepto de performance callejero y tuvieron épicas colaboraciones con artistas de todo el mundo: como la cineasta francesa Agnès Varda, con quien realizaron el documental sobre grafiti y murales en Los Ángeles llamado “Mur Murs”.

El arte de ASCO podría ser identificado como lo anti-chic. Tuvieron una vocación inquebrantable por evidenciar los atropellos raciales de las autoridades californianas de la época, la marginación chicana y lo que en ese momento eran las primeras muestras de la segregación económica y social que el neoliberalismo económico habría de acentuar con el paso de los años.

Una muestra retrospectiva de su obra se encuentra actualmente exhibida en el MUAC. El enorme talento artístico (principalmente expresado a través de la fotografía) y la potencia de un discurso equivalente en términos estéticos y políticos, muestran el papel que puede desempeñar el arte para sacar de la invisibilidad cultural a las zonas más marginales del tejido social.

La muestra está sustentada en un concepto de belleza poco convencional, que rompe con la obsesión por lo boutique que marca buena parte de los tiempos que corren.

Una belleza que incomoda, que sacude y que provoca: ¿se le puede pedir algo más a una exposición?

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*Diego Rabasa es parte del consejo editorial de Sexto Piso y del semanario capitalino La Semana de Frente.

(DIEGO RABASA)