Chilango nostálgico: festivales escolares

Ciudad

Que tire la primera piedra quien no se vistió de abejita, león o de héroe patrio en alguno de estos festivales escolares.

En nuestra bella época de primaria (por ahí de los 90’s) era casi imposible que no participáramos en un festival. Que si el Día de la Madre, que el 15 de Septiembre, que la primavera, en fin, todo ameritaba portar un colorido atuendo y aprenderte una coreografía.

Ahora que los chiquites regresarán a la escuela es momento de olvidarse un ratito de la vida de adulto y recordar todos los festivales en los que nos tocó participar en la primaria y donde mamá se convirtió en fotógrafa profesional.

“Mamááááá hoy quiero decir: teee amooo”

Con gran ventaja, el del Día de la Madre es de los festivales más importantes del año y uno de los más grandes. Seguro recuerdas aquellas largas horas en las que practicabas y practicabas la coreografía en el patio de la escuela (o gimnasio) con tus compañeritos para ofrecerle un digno espectáculo a tu mamá.

Después de mucho ensayar, y lograr que tu pareja no te pisara los pies, llegaba el gran día. La escuela estaba llena de adornos, pensamientos dirigidos a tu mamá y, obviamente, muchos regalos que tú hacías con tus propias manos (servilleteros, costureros, tortilleros, etc.)

Tu mamá veía encantada como su pequeñajo se movía al ritmo de la “danza de los viejitos”, algún baile tradicional o de plano rock and roll (nada de reggaetón ni esos bailes modernos). Pero el momento más emotivo llegaba cuando sonaba la canción de “Mamá” de Timbiriche o “Señora, Señora” de Denisse Dekalafe y corrías a abrazar a tu mamá. ¡Aaah, qué recuerdos!.

“Que lindo sería parecerme a mi papá…”

A los papás también les tocó festival, ¿cómo de que no? Los más afortunados participaban en actividades deportivas con sus bodoques, mientras que otros se tenían que chutar el mismo bailable del Día de las Madres. Era algo así como el recalentado.

En algunas escuelas les daban medallas y les cantaban canciones, mientras que en otras los hijos hicieron bellas manualidades como ceniceros (aunque papá no fumara), llaveros o libretas decoradas con popotillos de colores. El chiste era demostrarle nuestro amor con un regalo.

Para todos los niños

Cuando éramos unos pequeños chilangos sabíamos que el mejor de todos los festivales era el del día del niño. ¿Te acuerdas? Todo el día era de juegos, convivios con tus amigos de clase y mucha diversión. Aquí les tocaba bailar a los profesores o armar pequeños espectáculos para nosotros, además nos consentían con dulces, pequeños obsequios y a veces hasta llevaban payaso o a nuestros personajes favoritos como los Power Rangers.

Lo mejor era que podíamos comer cosas como pizza o helado, aunque veces lo tenían que patrocinar nuestra mamá (ups).

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Y llegó la primavera

En la mayoría de las escuelas chilangas se celebraba alegremente la llegada de la primavera con un muuuy colorido festival. Todos íbamos vestidos como hada o como nuestro animal favorito o, de plano, de árbol, ¿por qué no?

Para esta ocasión también había una pequeña coreografía o algún espectáculo referente a la primavera y obviamente en honor al natalicio de Benito Juárez.

Viva México, ¡viiivaaaaa!

Porque desde pequeños somos bien patriotas, ¿cómo de que no? Cuando se acercaba el 15 de septiembre significaban dos cosas: comenzarían los ensayos para el desfile y que alguien de la primaria iba a tener el honor de ser Miguel Hidalgo.

Normalmente en esas fechas se hacía una pequeña representación del grito de Dolores en las primarias. Era bien emocionante ver a tus compañeritos gritando “viva México” o ensayando para el desfile del día 16.

Porque eso sí, no importaba si te desvelaste el 15 o te empachaste con tanto pozole, sea como sea tenías que estar a las 9 de la mañana del 16 listo para desfilar por las calles de tu colonia. Algunas mamás y papás te acompañaban de cerca, más que nada por precaución y para tomar fotos, obviamente.

Inicia la Revolución

El 20 de noviembre también había desfile y, además de la representación, un bailable con danzas mexicanas. Lo más usual eran los paliacates en el vestuario de los niños y las amplias faldas de colores o de mezclilla para las niñas.

Por cierto,  a veces los niños llevaban machetes falsos o rifles que usaban para todo menos para el bailable. ¡A jugar se ha dicho!

Feliz Navidad

Aquí había de dos: participabas en la pastorela o ibas con ropa invernal para cantar (y bailar) villancicos. Aunque no en todas, en la mayoría de las escuelas tenían festivales navideños llenos de buenos deseos y felicidad un día antes de vacaciones. Seguro que también te aprendiste los villancicos tradicionales, participaste en algún intercambio de regalos con tus compañeritos o discutían concienzudamente qué le iban a pedir a los Reyes Magos o Santa Claus.

Pero aquello fue hace mucho tiempo y los festivales han cambiado un poco. Para seguir recordando puedes echarle un ojo al monumental álbum de fotos que seguramente tiene tu mamá o pensando en cuáles fueron tus mejores experiencias en los festivales. Sabemos que todos se siguen haciendo en las escuelas, pero nada se comparará con lo que vivimos en carne propia.

(Fotos: cortesía)