Contra la violencia de género

Laura Bates. Por Joaquin Sarmiento.

Entrevista con la escritora y activista británica Laura Bates.

El machismo está tan instalado en nuestra cultura que a veces incluso pasa desapercibido. Desde el continuo abuso verbal que sufren las mujeres (especialmente aquellas que deciden ejercer su consustancial derecho a la sensualidad en la forma de vestir) hasta el abuso doméstico pasando por los absurdos estereotipos que promueve la televisión o los fundamentos del núcleo familiar conservador. El machismo constituye uno de los problemas más serios de nuestra cultura. Usualmente dichas conductas suelen ser asociadas con rezagos educativos o con una pobreza cultural. No obstante, la escritora y activista británica Laura Bates, a través de su proyecto The Every Day Sexism Project [La plataforma del sexismo cotidiano] ha demostrado que el problema es una especie de pandemia mundial que sucede en todos los países y a lo largo de distintos estratos sociales y educativos. Hace tres años Bates inició una plataforma en línea para que mujeres de todo el mundo pudieran denunciar actos de violencia de género en su contra para poder crear conciencia de este asunto. Tres años después, más de 100 mil mujeres han compartidos sus experiencias y la iniciativa ha logrado significativos cambios en políticas públicas en relación con la violencia de género. Recientemente inauguró la versión mexicana de la plataforma y el fin de semana estará en nuestro país para participar en el festival literario Hay Festival. Antes de su llegada, sostuvimos una conversación con ella para conocer más a fondo el admirable e importante proyecto que creo.

   Hace unos meses un grupo de poetas mexicanas lanzó una iniciativa en Twitter llamada #RopaSucia que pretendía fungir como un foro para denunciar las prácticas sexistas y misóginas dentro del mundo cultural e intelectual mexicano. El machismo es una ideología que presuntamente existe sólo en ámbitos tradicionales, conservadores o poco educados y no dentro de la escena artística en la que supuestamente imperan las perspectivas progresistas. No obstante, la iniciativa del hashtag #RopaSucia demuestra lo contrario. Como un ejemplo paradigmático de esto podemos analizar el Colegio Nacional, una de las entidades dedicadas a auspiciar el desarrollo intelectual de las grandes metes de nuestro país, que sólo ha tenido tres miembros del sexo femenino desde su creación hace 70 años. De acuerdo a tu experiencia, ¿esto ocurre también en los países “más desarrollados”? Es decir, ¿el sexismo es un bacteria presente incluso en las esferas artísticas y culturales incluso dentro de los ámbitos pretendidamente liberales?

Sí, absolutamente. Es un problema universal y toda la evidencia que yo tengo sugiere que no hay un solo país en el mundo que lo haya resuelto. Definitivamente pienso que es un problema que permea todas las áreas de la sociedad, incluida la política, las artes y los ámbitos de la educación superior. En el Reino Unido, por ejemplo, la Royal Society, una de las instituciones científicas más importantes, nunca ha tenido una mujer presidente y sólo el 6% de sus miembros son mujeres. Hay un reporte que muestra que durante el 2010, la National Gallery sólo tenía 10 pinturas de artistas femeninas de un acervo exhibido de más de 2300 obras. Hace 14 años que en la Royal Opera House no le comisionan una obra para el escenario principal a una mujer. De 573 estatuas oficialmente registradas en el Reino Unido, sólo el 15% son mujeres. Las mujeres sólo escriben 1 de cada 5 textos en la portada de los periódicos, misma proporción para el total de arquitectos que hay en el país o de miembros de la House of Lords. Sólo 18 de 108 jueces de la Suprema Cortes son mujeres. Y podría seguir y seguir, ¡el problema está en todas partes!

¿Crees que el anonimato que ofrecen las redes sociales ha exacerbado las expresiones misóginas o sexistas?

Pienso que simplemente han subrayado actitudes que ya estaban ahí. El problema de la misoginia no es nuevo, pero ahora podemos ver aquello que anteriormente existía de manera soterrada. Por supuesto que el internet ha servido como un salvoconducto para hacerle la vida más fácil a aquellas personas que se dedican a abusar de las mujeres simplemente porque lo son. Por ejemplo, yo recibo alrededor de 200 mensajes extremadamente explícitos cada día, incluyendo amenazas de violación o muerte, descripciones de las fantasías de personas que me narran cómo me violarían o cómo me matarían, qué armas utilizarían, en qué orden, etcétera. Por otra parte, también pienso que las redes sociales han demostrado ser extremadamente importantes como una herramienta para la libertad de expresión y los movimientos revolucionarios, y que sin ellos el proyecto Everyday Sexism no existiría o no hubiera sido tan exitoso. Nos enteramos de hombres que se han enterado del proyecto a través de Twitter y cuyos testimonios nos muestran que muchos hombres no entienden la dimensión del problema o se muestran asombrados ante los testimonios de la realidad cotidiana de muchas mujeres. Algunos de ellos nos escriben para decirnos que lo que han leído ha contribuido a modificar la educación que le imparten a sus hijos alrededor del respeto. También nos enteramos de mujeres jóvenes que no sabían a ciencia cierta qué es el feminismo y que ahora han formado grupos feministas y que hoy combaten el sexismo dentro de sus respectivas comunidades. Recibimos mensajes de incontables mujeres que han reportado haber sufrido abusos sexuales y que lo hacen por primera vez a partir de la fuerza que les infunde ver el testimonio de otras mujeres en nuestro sitio que les han permitido entender que no están solas y que, por supuesto, no tienen porqué sentirse avergonzadas o culpables. Así que es una espada de doble filo.

Cuéntanos acerca de The Every Day Sexism Project. ¿Cómo fue creado?

El proyecto inició en el 2012 después de que a lo largo de una semana tuve varias experiencias nefastas, incluyendo un hombre me siguió hasta mi casa mientras me hacía propuestas sexuales agresivas y ofensivas, haber sido tocada en un autobús u otra hombre que me gritó insultándome en la calle. Lo que más me sorprendió es que si no hubieran ocurrido en un periodo de tiempo muy breve probablemente ni siquiera hubiera reparado en ellos porque estaba un poco acostumbrada a esos episodios, me parecía que era parte de lo que significaba ser mujer. Comencé a preguntarle a otra mujeres si habían tenido experiencias semejantes y me escandalizó percatarme de lo frecuente y lo severo que eran esas situaciones. Sin embargo, cuando trataba de hablar de sexismo, las personas me decían que hoy en día existían condiciones de igualdad de género y que estaba haciendo un lío donde no lo había. Inicialmente no me propuse solucionar el problema sino simplemente forzar a las personas a reconocer que existe. Tenía la esperanza de que al reunir historias de muchas personas en un solo lugar, otros se verían obligados a reconocer la dimensión del problema y dejarían de minimizarlo o ignorarlo. Sentí que eso era necesario antes de que si quiera abordáramos cómo solucionarlo. Pensaba que quizá 50 o 60 personas compartirían sus experiencias, en cambio recibí 100 mil testimonios en tan solo 3 años, de personas de distintas partes del mundo, de diferentes razas, etnias, orientaciones sexuales, identidades de género, personas religiosas y no religiosas, discapacitadas y no discapacitadas, empleadas y desempleadas.

¿Qué nos puedes decir de su evolución?

El impacto que ha tenido es mucho más grande del que yo hubiera podido imaginar jamás. El proyecto ha recibido atención internacional desde el New York Times hasta el Times de la India y tiene ahora más de 250 mil seguidores. De manera emocionante, conforme se corrió la voz acerca del proyecto, pudimos expandirlo desde la original versión en línea que tenía como intención simplemente atraer atención sobre el sexismo en el mundo, a una plataforma más proactiva que ha conseguido logros concretos en el mundo. Políticos del Reino Unido y de otras partes se han comprometido con el proyecto y utilizan sus entradas para ayudar a informar acerca de problemas puntuales con los que deben lidiar mujeres en distintos países. Hemos trabajado con cientos de empresas, escuelas y universidades. Usamos aportaciones de mujeres que hablan de experiencias de acoso en sus entornos de trabajo para contribuir a fomentar una educación más sólida contra la discriminación. Utilizamos las entradas de gente joven para entablar importantes conversaciones acerca de la importancia del consentimiento en las relaciones sexuales en las escuelas. Por ejemplo usamos miles de entradas de mujeres que denunciaban acosos en el sistema de transporte público británico para que los policías pudiera adquirir conciencia del problema y para que otras mujeres pudieran sentirse motivadas a denunciar sus experiencias. A partir de ello las mujeres que se atreven a denunciar abusos sexuales han aumentado un 30%.

¿Has logrado generar una comunidad internacional? ¿Tiene plataformas locales en otros países el proyecto?

Sí, recibimos participaciones de distintas partes del mundo y tenemos 20 plataformas locales en diversos países. Una niña en Pakistán contó en el sitio de aquel país cómo había ocultado los abusos sexuales que había recibido “por el honor de la familia”. Una mujer en Brasil fue asaltada por tres hombres que trataron de meterla en un auto cuando ella ignoró los piropos que le dirigieron. En Alemania una mujer describió que para ella era “normal” que le agarraran la entrepierna y el trasero en el transporte público. Una estudiante mexicana contó cómo su maestro en la escuela le decía a menudo “Calladita te ves más bonita”. En Israel una mujer con estudios de maestría que habla seis idiomas diferentes contó que un hombre le dijo “que no sería una suficientemente buena ama de casa para su futuro esposo”. En Francia un hombre se desnudó frente a unas hermanas de 12 y 16 años mientras estas realizaban un picnic en un parque público. En un autobús en la India una mujer contó que a menudo los hombres apoyaban sobre ella su pene erecto. La plataforma mexicana recién lanzada puede encontrarse en: mexico.everydaysexism.com

¿Dónde ves el proyecto en unos años?

Espero que continúe su crecimiento internacional en colaboración con organizaciones locales que trabajan con mujeres. También espero que siga contribuyendo a crear conciencia y promover conversaciones sobre estos temas. Sobre todo, creo que el punto medular se encuentra en el trabajo que podemos hacer en las escuelas, con gente joven. Empezar proyectos para que puedan recibir educación elemental acerca del consentimiento en el sexo, por ejemplo, o combatir desde edades tempranas los estereotipos. Antes de que el sexismo se convierta en un asunto normal y se inserte en su idiosincracia.

En mi experiencia el feminismo genera reacciones polarizadas: o se sigue con militancia o se experimenta un rechazo claro hacia él. Sin embargo me parece que en muchas ocasiones el concepto no es claro o no se entiende de la misma manera. ¿Qué entiendes tú por feminismo y cuáles son sus fundamentos?

Estoy de acuerdo contigo. Creo que el concepto usualmente es incomprendido y esto provoca que muchas personas respondan negativamente hacia él. Para mí es muy importante que sea claro que el feminismo simplemente supone que todo el mundo reciba un trato igualitario. Es así de sencillo. No quiere decir que hay que odiar a los hombres o que las mujeres deben de tomar el control del universo. De hecho nuestro proyecto también ha mostrado que la inequidad de género le afecta a hombres y los hace sufrir. No se trata de mandar el mensaje de que los hombres son villanos y las mujeres víctimas, no es un asunto de hombres contra mujeres, sólo se trata de hacer que las personas puedan ponerle un alto a los prejuicios.

Cuando voy a las escuelas y le pido a los estudiantes que levanten la mano aquellos que se consideran feministas, usualmente la alzan alrededor del 5-10%. Pero cuando les pido que levanten la mano aquellos que consideran que las personas deben de ser tratadas de manera equitativa independientemente de su sexualidad todos lo hacen. Les pregunto si creen que las personas deben de ser tratadas igual sin importar el color de su piel y todos levantan las manos. Les pido que levanten la mano aquellos que creen que las personas deben de ser tratadas con igualdad sin importar el género al que pertenecen y todos lo hacen. Y cuando tienen la mano arriba después de esta última pregunta les digo “Si tienes la mano arriba en este momento, ¡eres un feminista!”. Me parece que la mayoría de las personas creen en la igualdad, sólo que no se percatan de lo que el feminismo supone o representa. ¡Así que tenemos que seguir hablando de ello para correr la voz!

En México el sexismo va desde los crímenes más atroces que nos podamos imaginar (violaciones, asesinatos, abuso doméstico, etcétera) hasta los burdos y terribles estereotipos que promueven los medios de entretenimiento masivos (comerciales, telenovelas, etcétera) que representan a las mujeres o bien como amas de casa abnegadas que obtienen felicidad del brillo que deja en el piso un nuevo tipo de jabón o del suavizante para la ropa de su marido y de sus hijos, o bien como malévolas rompe hogares a la caza de atrapar a algún marido despistado. Solemos atribuir dicha cultura de machismo a los lamentables rezagos educativos en el país, sin embargo varias de las universidades más prestigiosas en el mundo (algunas por ejemplo del circuito de la Ivy League en Estados Unidos) tienen problemas de sexismo de manera cotidiana y entre sus ámbitos predominan culturas dominadas por hombres. ¿Crees que el problema del sexismo va más allá de la educación?

Estoy convencida de ello. El problema está en todas partes. En las universidades del Reino Unido hemos visto muchos ejemplos recientemente. Equipos de rubgy que tienen la leyenda “violación casual” escrita en la parte de atrás de sus playeras, estudiantes que practican juegos de bebidas que se llaman “No es violación si”, un grupo de estudiantes cantando en un autobús público apologías sobre el abuso sexual y el aborto, una universidad que permite que se exhiba en sus instalaciones un póster en el que se anuncia un evento estudiantil que muestra una playera con la leyenda “Anoche violé a una mujer y ella lloró”. Un estudio reciente muestra que una de cada cuatro mujeres en el Reino Unido ha sufrido algún episodio de violencia sexual en la escuela. Y de hecho empieza mucho antes, un estudio reciente realizado por YouGo muestra que una de cada tres chicas de entre 16 y 18 años ha padecido toqueteos involuntarios en la escuela.

El espectro varía desde acoso callejero hasta discriminación en el trabajo, desde sexismo en los medios hasta violencia sexual. Creo que tenemos que atajarlo y detenerlo en todos los niveles para poder avanzar realmente hacia un comportamiento que no permita la normalización y aceptación de actitudes sexistas. La forma en la que son tratadas las mujeres en ciertas esferas tiene consecuencias nefastas en otras. Por ejemplo, cómo podemos combatir la discriminación contra las mujeres en los ambientes de trabajo si nos parece aceptable que las mujeres sean consideradas como pedazos de carne en la publicidad que cree que sólo sus senos tienen un valor. Cómo podemos lidiar con la poca representatividad política de las mujeres si no interpelamos a un medio que publica artículos que tratan de elegir a la política con mejores senos. Todo está conectado.

 

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