El lado b de… Museo Experimental El Eco

Y para continuar con la celebración del centenario del natalicio de Mathias Goeritz, y redondear “El retorno de la serpiente” en el Palacio de Cultura Banamex, y las piezas del artista que forman parte de nuestro inmobiliario urbano, una visita a este particular recinto.

ESCULTURA HABITABLE.
Por iniciativa del empresario Daniel Montt, en 1952 Mathias Goeritz diseñó esta “escultura arquitectónicamente habitable” como lo definió él mismo. Y es que cada rincón esta creado para recibir una experiencia emocionalmente diferente del espacio: pon atención en la disposición de sus techos, pasillos, puertas, y muros.

EN CONTRA DE LAS NORMAS. 

El Museo Experimental del Eco fue bien recibido por el gremio de artistas “underground” pero fuertemente criticado por ir en contra de la corriente aceptada en el arte moderno de los cincuentas: el funcionalismo. Goeritz construyó el museo improvisando, es decir que conforme la obra avanzaba él decidía la forma continuaba.   Más tarde fue clasificado como una de las primeras obras de arte minimalista en todo el mundo.
 
MUROS POÉTICOS.
Goeritz construía muros simplemente para darle vida a una figura geométrica, no porque fuera necesario, ni funcional. La mayoría de sus muros son esculturas monocromáticas de gran escala. Museo El Eco guarda un enorme muro amarillo en el que por cierto, también dejó impregnado su interés por la poesía concreta. En la particular firma que enuncia “El Eco” en la pared de la entrada, se observa el mismo síntoma.

Desde su creación, Mathías Goeritz lo ideó como un centro de actividades artísticas de vanguardia y así funcionó durante una década. El tiempo lo convirtió en centro de actividades políticas, restaurante y club nocturno, hasta que en 2005 la UNAM lo rescató para devolverle su original espíritu.

James Sullivan 43, Col. San Rafael
Martes a domingo 11:00 a 18:00hrs.
Entrada libre.