El lenguaje de Climent

“Toda su vida fue pintor, para vivir y para sobrevivir pintó. Mi papá fue parte de las vanguardias artísticas europeas del siglo XX, durante los cuarenta y cincuenta su trabajo fue muy prolífico y reconocido en el medio, y sentimos que después de su muerte había quedado en el regazo”, dice la curadora Pilar Climent, hija del pintor Enrique Climent, a quien ahora le hace una retrospectiva. Óleos, dibujos, caricaturas, retratos, fotografías y objetos hablan de un pintor que nunca dejó de experimentar y que atravesó de una corriente pictórica a otra, expresando todo lo que veían sus ojos, a pesar de cualquier adversidad.

“Después de estudiar pintura en Barcelona, y desempeñarse como ilustrador en revistas como Blanco y Negro, de pronto lo suyo se convirtió en viajar con un suéter y una maletita en la que guardaba un lápiz y una hoja”, dice Pilar, y es que Climent se convirtió en dirigente de la producción de carteles políticos durante la Guerra Civil y fue arraigado en un campo de concentración en Francia: “Hay momentos muy especiales, como los dibujos tan detallados que hizo cuando por iniciativa de Picasso sacaron a treinta pintores del campo de concentración, los llevaron a desempiojar y a vestir, y los alojaron en un castillo mientras llegaba su momento de traslado a México”, cuenta la curadora.

Climent llegó exiliado al puerto de Veracruz y decidió refugiarse en la Ciudad de México, a partir de ese momento pintar se había convertido en su herramienta de sobrevivencia. Paisajista, retratista, caricaturista, de la Academia al arte erótico y alquimista, la mirada y las experiencias de Climent de 1897 a 1980 es ahora un puro lenguaje plástico que descansa en el Museo de la Ciudad de México.

 

HASTA 2 DE AGOSTO
MUSEO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Martes a sábado de 09 a 17hrs, domingo de 10 a 14hrs.
José María Pino Suárez 30, Centro Histórico.
$30.

(Aretha Romero)