¡Si te gusta la religión, dale!

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Las estaciones de Ecobicis en todo Paseo de la Reforma están cerradas, no hay vehículos ni dónde colocar los abordados en otros puntos de la ciudad. Los ciclistas pedalean molestos sin saber quién es su amo. Me entero de que tal incomodidad se debe a la visita del vicario de Cristo. Supongo que para que la muchedumbre en éxtasis no arruine las bicis. Me hace sentido. Miro a san Bergoglio de América sonreírme desde una cabina telefónica sin teléfono. ¡Ah, sagrada cabecita de algodón! Cohabitamos una Ciudad de México castigada por las fotos del papa Francisco y de Deadpool. Uno jugando con la paloma que es el Espíritu Santo y el otro albureándonos sin decoro ante la inminente proyección de su filme.  Uno de los dos es abiertamente un mercenario.

El fin de semana en las teles del Metrobús me tocó presenciar un videoclip rotulado como: papa Francisco feat. Mijares. ¿Irónicamente?, cruzábamos Ciudad Universitaria. La colaboración no era tal. El ex de Lucerito coreaba mensajes de paz encima de un discurso del religioso, una cosa espantosa que tuve por bien ignorar. Luego me encontré al Papa entre mariposas monarcas en un espectacular, luego hecho silueta y atentando contra la CDMX como un Godzilla malicioso.

Siempre es impositiva su presencia. Al menos esta ocasión no salen estampitas coleccionables en las papas fritas. Viene a mi memoria el chiste de Jis y Trino al respecto: “A mí en los condones me salió una foto de Satanás”. Que a nadie se le ocurra decir Ecatepunk en su presencia; debido a la visita del Papa han revestido baches y reparado el pavimento de varias calles por las que pasará escasos segundos. Con el tétrico viaje del papamovil vacío no se tomaron tales molestias.

Vaya, no son enchiladas que Dios tenga un representante en la tierra. Pienso en Benedicto XVI renunciando a su cargo y la bellísima película de Nanni Moretti que lo prefiguró. Ojalá esta ocasión impere su mensaje de amor. Seamos o no creyentes, me temo que necesitamos ser mejores no creyentes y mejores creyentes. Amémonos, pues, los unos a los otros. Ya.