Habitantes del… Zócalo capitalino

Ciudad

Más allá de sus edificios emblemáticos, monumentos y comercios históricos, el Zócalo capitalino es muy especial gracias a esas personas que día a día le dan vida.

Si hay un sitio que distingue a la Ciudad de México es la Plaza de la Constitución, también conocida como el Zócalo. Su construcción ocurrió alrededor del año 1521 en la zona que pertenecía al Templo Mayor. Con el paso de los años se construyeron edificios a sus alrededores, mientras que otros sitios simbólicos de nuestro pasado prehispánico fueron derribados.

En sus alrededores existen vestigios de civilizaciones extintas, así como edificios de la época colonial, los cuales se han convertido en principales puntos de interés para mexicanos y extranjeros, quienes en cada visita, por mínima que sea, se han convertido en los habitantes del Zócalo capitalino.

Las leyendas cobran vida

“Los invitamos al tranvía, vengan a conocer las leyendas del Centro Histórico”, es la primera frase que escuchamos de Loqui Noriega, quien viste un traje de conquistador y pasea de un lado a otro invitando a la gente para que presencie el espectáculo de Tranvía de Leyendas.

“Es un trabajo que me encanta. Ahorita estoy representando a Hernán Cortés y me toca contar la historia de la noche triste”, explica entusiasmado.

Para el papel tuvo que documentarse mucho sobre historia y sobre su personaje para interpretarlo a la perfección. “Al espectáculo han venido españoles y me han dicho ‘oye, disculpa, pero, ¿sí sois español?’ y eso me gusta porque habla bien de mi caracterización. Es algo bien padre que los españoles crean que soy español, cuando en realidad soy mexicano. Cuando lo aclaro todo sólo me dicen ‘ah pues, es que te sale muy bien'”, nos cuenta entre risas y con un peculiar acento de España.

“Con Cortés lo que hago es una sátira, lo que planteo son dos cosas: una que se enteren cómo fue la historia, y lo segundo es que se diviertan porque es algo muy importante, si logras que se diviertan entonces la información que les presentaste se les va a quedar”.

Fuera de su trabajo, el actor nos explicó que trabajar en el Zócalo capitalino significó tener contacto con un mundo que él no conocía. “Lo que más me gusta es que hay personas muy diferentes y cuando pasas tiempo en el centro comienzas a ver la interacción entre brujos, volanteros y paseantes. Es como todo un submundo, y cuando empiezas a trabajar aquí ellos te aceptan, te acogen y te cuidan; es algo muy peculiar”, afirma.

Por una buena causa

Han pasado 12 años desde que la hermana Bernadita González llegó a vender por primera vez al Zócalo capitalino. Cada día sale del Estado de México con una caja repleta de galletas que las monjas pertenecientes a los Misioneros de la Soledad de María hacen para ayudar a los niños que lo necesiten.

“Las hermanas las hacen y yo vengo a venderlas. Cuando no hay tráfico me hago como hora y media de camino para llegar aquí, pero cuando hay más tráfico tardo como dos horas o más”, nos explica sonriente, con si la distancia no representara alguna algo más que un mero trayecto de su rutina.

Una vez que llega al Zócalo se sienta sobre un pequeño banco de plástico y se dedica a ofrecer durante horas los paquetes de galletas. Mucha gente ya la conoce, de hecho nos presumió que tiene clientes frecuentes. “La gente de aquí es buena, bueno, hay de todo, pero a mí me han tratado muy bien”.

A pesar de las buenas experiencias, no todo ha sido fácil. “Cuando empecé a vender los polis me llevaron como cuatro veces, pero pues yo no le hago daño a nadie, sólo vengo a vender”.

Y así ha sido durante más de una década. “Todo ha cambiado, el Zócalo ha cambiado muchísimo con el tiempo algunas veces para bien y otras para mal. Antes pasaba mucha gente por aquí y acababa yo de vender a las tres de la tarde; pero ahorita hay días en que voy acabando hasta las siete o simplemente no termino”, nos comenta.

ESTO TE PUEDE INTERESAR: HABITANTES DEL… SALÓN TENAMPA

Mañana será otro día

Bajo el implacable sol que caracteriza esta zona de la capital, un hombre de baja estatura y mirada nostálgica espera sentado, al igual que otra docena de personas con letreros en los que ofrecen sus servicios.

“Soy albañil y llegué aquí hace más de 50 años. Antes había mucho trabajo pero ahorita ya bajó”, nos comenta mientras continúa esperando.

Su nombre es Egipto y diario acude a sentarse en un rinconcito del Zócalo capitalino mostrando una desgastada lona en la que ofrece sus servicios de albañilería. En otros tiempos el trabajo abundaba, sin embargo, cada vez se ha vuelto más difícil conseguir algo.

“Como yo ya estoy grande, ya pasé de los 60, ya no me dan trabajo en la obra porque buscan a jóvenes. Antes caía trabajo para toda la semana y ahora es difícil, pero primero Dios mañana a ver si sale algo”.

Desde el otro lado del mundo

Cientos o miles de personas visitan diariamente el Zócalo capitalino; algunos son de la misma capital, otros vienen de estados del interior de la República y algunos más vienen desde literalmente del otro lado del mundo; bueno, casi.

Tal es el caso de Eduardo, Aitor y Alberto, quienes vienen de España. “Llegamos hoy mismo y nos venimos al Zócalo”, explican sonrientes.

Anteriormente ya habían escuchado sobre todos los atractivos del país y decidieron que esta sería su primera parada. “Es el punto de referencia de México. Escuchamos que era una de las plazas más grandes del mundo y que era significativa porque tienen edificios públicos, edificios religiosos y más”.

Peeero durante su recorrido por la plancha notaron un pequeño inconveniente. “Acabamos de llegar y nos ha entristecido un poco lo de las obras pero si son necesarias, pues son necesarias”, explican.

Pero no todo son obras en construcción. “Es un país muy diverso, te encuentras en el norte con unas cosas, en el sur otras. La comida es lo que más nos ha gustado: los huevos rancheros son muy buenos, los tacos están muy bien y el picante”, afirman de manera unánime.

Mientras continúan con su visita nos confesaron que este sólo es el principio de su viaje, pues en breve continuarán por otros estados, disfrutando de lo que la Ciudad de México y el resto del país puede ofrecer.

(Fotos: Guillermo Gutiérrez)