Hermanos en armas

La guerra es un infierno, eso lo sabemos todos. Pero tal vez existe un escenario peor que ir a combatir a las entrañas del inframundo: volver a casa. Tratar de recuperar una vida que ha quedado marcada para siempre por las secuelas de la lucha, por el rastro de la muerte.

Esa es la premisa de la cual parte Francotirador, el nuevo filme de Clint Eastwood. La trama está basada en una historia real, escrita por Chris Kyle, exmiembro de la unidad de élite SEAL, quien asesinó alrededor de 150 rebeldes iraquíes en diez años de conflicto.

Francotirador denuncia todo el daño sicológico que experimenta un soldado al momento de entrar en combate y sus futuras marcas. A pesar de proponer una visión más crítica sobre los dolores de la guerra, la película cae rápidamente en la burda imaginería del cine bélico estadounidense. El filme trata de reforzar los valores del compañerismo, fidelidad y lealtad muy a la gringa; con plomazos de por medio.

Las emotivísimas reverencias a la bandera, el discursi de velar por el bien de la nación sobre el propio y sus aparentes intereses propagandísticos (¡por dios, en el poster de la película sale Bradley Cooper casi envueltito por la american flag!) terminan por diluir una historia entretenida.

La película está nominada a seis Premios Oscar, incluyendo mejor guión adaptado, mejor montaje, mejor sonido, mejor edición de sonido, mejor actor principal (Bradley Cooper) y mejor película. Aunque en las casas de apuestas se ubica debajo de las favoritas (Birdman, El Gran Hotel Budapest y Boyhood), no se debe subestimar su alto contenido patriótico, mismo que le podría ayudar a ser distinguida con alguna estatuilla.

(URIEL SALMERÓN)