La Doctores, primera parte

Una de las colonias más famosas de la ciudad es la Doctores, que en sus inicios se llamó Indianilla e Hidalgo, pero la nomenclatura de sus calles le dio el nombre con el que hoy la conocemos. Fue fraccionada a finales del siglo XIX, y aunque todos la hemos transitado, aún tiene muchos lugares que descubrir.

La frontera norte es la avenida Arcos de Belén, por donde corría el acueducto que iba desde el bosque de Chapultepec hasta la fuente del Salto del Agua. Aquí se establecieron los colegios de Belén de los Mercedarios y Belén de las Mochas, edificados en el siglo XVII. Del primero queda el templo, de estilo barroco, que fue reconstruido en 1735 y se localiza en la esquina con Doctor Vértiz.

El segundo se convirtió más tarde en la Cárcel de Belén; para los años treinta la sustituyó el Centro Escolar Revolución, obra del arquitecto Antonio Muñoz, justo frente al Metro Balderas. Dentro de este enorme complejo educativo se pueden apreciar murales de artistas como Raúl Anguiano, Fermín Revueltas y Aurora Reyes.

Muy cerca, en Doctor Lucio y Doctor Lavista está la Arena México, catedral de la lucha libre en la capital y sede olímpica de las competencias de box. Fue inaugurada en 1956 y reemplazó a la Arena Modelo, que ocupaba el mismo espacio.

En las cuadras aledañas sobreviven varios inmuebles antiguos, como los de Doctor Lavista 165 y 212, o las casas de la avenida Chapultepec 40, 58 y 60. De paso hay que visitar el restaurante Fritz, en Doctor Río de la Loza 221, que sirve comida alemana desde 1947.

Todavía en la década de los veinte, la calle de Doctor Claudio Bernard era el Canal de Derivación, que comunicaba a La Viga con el poblado de Romita. En el número 146 destaca la privada de La Requena.

Casi enfrente está la pulquería “La hija de los apaches”, que originalmente se encontraba en la avenida Cuauhtémoc, del lado de la colonia Roma. Desde su mudanza a la Doctores se ha vuelto uno de los sitios más populares del rumbo, con variedad de sabores y música en vivo.

A una cuadra, en el número 134 quedan los restos de lo que fue el cine Edén, diseñado por Francisco Serrano en 1933 y luego rebautizado como John Ford.

En la acera opuesta se ubica el Centro Cultural Indianilla, que sirve como escenario para exposiciones y eventos; el edificio formó parte del depósito de tranvías del mismo nombre, célebre también por los caldos que se servían en los alrededores. El interior de la Indianilla aparece en la cinta La ilusión viaja en tranvía, de 1953.

Hacia el sur, las torres de la Unidad Habitacional Morelos dominan el cruce de Doctor Liceaga y Doctor Lucio. Este proyecto de Guillermo Rossell es más conocido como “los Soldominios”, y sus fachadas lucen murales realizados por el grupo Arte Colectivo en Acción en 1971. El conjunto se construyó donde antes habían estado las viviendas de los trabajadores de la cigarrera El Buen Tono; como recuerdo de esa época sólo se conserva una placa en una de las paredes.

El recorrido no puede terminar, por ahora, sin una parada en la legendaria Posada del Sol, en Niños Héroes y Doctor Navarro. Según la tradición, el dueño de este fallido hotel se suicidó ahí mismo en 1945, agobiado por las deudas que le impidieron concluirlo, y dejó una misteriosa inscripción en una columna del patio. Para muchos, el suceso sólo fue un engaño. Lo cierto es que el inmueble sobresale en el paisaje urbano por su inusual arquitectura y por el abandono que la rodea, lo que ha dado origen a numerosas historias de fantasmas.

(Rodrigo Hidalgo)