La Torre Latinoamericana y sus 60 años

Corrían los primeros años de la década de los 40, cuando el ingeniero Leonardo Zeevaert comenzó a trabajar en los alrededores de la Alameda Central y el cruce de las calles San Juan de Letrán y Francisco I. Madero. El proyecto que tenía entre manos representaba todo un reto y también uno de los más ambiciosos de la época: construir un rascacielos en una zona de alto riesgo telúrico, como lo era, y sigue siendo, el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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Edificio de Seguros Latinoamericana, en los años 40. (Colección Carlos Villasana)
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Edificio de Seguros Latinoamericana, visto desde Bellas Artes en los años 40. A los costados de la imagen aparece el Banco de México y el edificio La Nacional. (Colección Carlos Villasana)

Al terminar sus investigaciones del subsuelo en esa parte de la capital, Zeevaert concluyó que era posible erigir en el predio de más de mil metros cuadrados donde de encontraban hasta ese entonces las oficinas de la Compañía La Latinoamericana Seguros S.A., un edificio no de 27 –como originalmente tenía previsto su colega, el arquitecto Augusto H. Álvarez–, sino de hasta 40 pisos de altura que representara “el crecimiento de la ciudad y del país”.

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Predio de la Torre Latinoamericana bardeado durante su construcción, en el cruce de San Juan de Letrán y Francisco I. Madero. (Colección Carlos Villasana)

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Con sus estudios, Zeevaert logró lo que hasta ese momento nadie había conseguido, que fue dotar de un eficaz sistema de aislamiento sísmico (361 pilotes de concreto de punta y una losa de cimentación a manera de cajón) al que sería el sexto edificio más alto en todo el mundo.

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Torre Latino en construcción, vista desde Avenida Juárez. (Colección Carlos Villasana)

El 30 de abril de 1956, el proyecto de 138 metros de altura, que incluía una novedosa estructura de cimentación y forraje de aluminio y vidrio en toda su fachada, se convirtió en realidad. A partir de ese momento, la ingeniería civil mexicana demostró que podía competir sin problemas con la de los países más desarrollados. Prueba de ello es que la tecnología empleada en la Torre es usada, hasta la fecha, en diferentes países con alto riesgo sísmico.

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Vista aérea de la Torre Latino en los años 50. (Colección Carlos Villasana)
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La Latino en construcción, vista desde la Alameda Central en los años 50. (Colección Carlos Villasana)

Si alguien dudaba de la resistencia de la imponente torre, un año después de ser inaugurada, vino la primera prueba de fuego para el rascacielos que ponía en alto el orgullo mexicano.

El 28 de julio de 1957 se registró en la Ciudad de México un sismo de 7.7 grados Richter que causó daños significativos e hirió a otros emblemas capitalinos, como el Ángel de la Independencia, que no resistió y se desplomó sobre el Paseo de la Reforma. Casi treinta años más tarde, la ‘Latino’ volvió a mostrar su resistencia, al resistir los embates telúricos del sismo ocurrido el 19 de septiembre de 1985, de magnitud 8.1 en escala Richter.

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Toma de la Torre Latinoamericana desde la calle Victoria, en el año 1987. (Colección Carlos Villasana)

Al momento de abrir sus puertas, la Latinoamericana superó en altura a las torres Anáhuac y Miguel E. Abed. Por 16 años, ostentó el primer lugar como el edificio más alto de la Ciudad de México, hasta que en 1972 el World Trade Center (en ese momento el Hotel de México) la desbancó de esa posición.

Actualmente son varios los edificios capitalinos que la han superado en altura: Torre Pemex, el mismo World Trade Center, Torre Mayor, Torre Bancomer y próximamente Torre Reforma. Sin embargo, sigue siendo uno de los edificios más seguros en todo el mundo, pues está construida para resistir un sismo de 8.7 grados en escala Richter.

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Torre Latinoamericana, 2016. (Roberto González)

Este rascacielos cuenta con 43 pisos de oficinas, la mayoría de las cuales está ocupada por abogados, aunque también hay contadores, arquitectos, optometristas y hasta estilistas. En los últimos pisos hay un mirador, un restaurante, dos museos y una cafetería.