Mustang: el síntoma del prejuicio

Nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera, Mustang (2015) posee los elementos necesarios para obtener el éxito popular. Es actual, es accesible y demerita las actitudes contrarias a la mentalidad occidental. Es menos intolerante que Timbuktu (2014), nominada al mismo premio el año pasado, pero no por ello resulta una película con un argumento mucho más complejo.

La directora franco-turca Deniz Gamze Ergüven exige algo muy loable, la liberación de la mujer en las zonas más conservadoras de Turquía, pero me parece que en su intento por exaltar a sus heroínas crea un retrato demasiado simple de la familia que las oprime.

Por supuesto, no estoy de acuerdo con el conservadurismo radical, pero percibo una tendencia en el cine pensado en Europa a ningunear las tradiciones que le son ajenas. Ergüven, una cineasta francesa, evita mirar la vida del pueblerino turco con la espiritualidad y la admiración de su compatriota, Nuri Bilge Ceylan.

No tendría por qué hacerlo en una película que se propone denunciarla, pero sus personajes derivan de su intolerancia y los convierte en síntomas de una enfermedad que no menciona pero sugiere: la cultura musulmana.

En la confrontación final entre una familia ultraconservadora y sus nietas liberales, quienes se niegan a un matrimonio arreglado, el choque escala a un asedio similar al de Perros de paja (Straw Dogs, 1971), donde Dustin Hoffman enfrenta a unos pueblerinos ingleses, brutos e imbéciles que representan la hombría, pero los personajes de Ergüven no son símbolos.

Ergüven crea la complejidad necesaria para conmover e indignar, pero no la suficiente para comprender y remediar. Su película no es crítica, es visceral y describe una visión beligerante que divide el mundo en lo correcto y lo incorrecto.

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Mustang

Francia/Turquía,

2015. De Denis Gamze Ergüven. 

Con Güines Sensoy y Doga Zeynep