#ListasInútiles: ocho tipos de taxista defeño

-El ravero
Este taxista, generalmente muy joven, escucha house, psycho y techno. De noche le sube al estéreo y revela que trae luces neón. Arma su minirave (¡y el invitado de honor eres tú!). Qué mal que ya se ha perdido la bonita tradición del frasco de crema Nivea con un foco dentro, porque él la adoptaría.

-El fanático religioso
Uno es tolerante con todas las religiones, ¡pero este taxista no! Con cualquier pretexto, cuela a la conversación cómo su credo o secta es la única respuesta para todos los males del universo. Intenta convertirte hasta que le das el avión o sales corriendo.

-El “todas mías”
Aunque no suele ser guapo, este taxista te cuenta de su suerte en el amor. Invariablemente tiene una anécdota de cómo se subió una muchacha muy guapa que, al no tener con qué pagar, “me ofreció cuerpomátic, se lo juro por ésta”. Ay señor, se vale soñar con canciones de Arjona.

-El que canta
No han avanzado ni un kilómetro cuando este taxista ya te reveló que su voacación verdadera no es la ruleteada, sino la música, y que canta bieeeen bonito. Se suelta a interpretar una melodía. Ay. Aunque tenga buena voz, es un momento incomodísimo.

-El ex judicial
O ex militar o ex oficial de policía o ex guarura. No sabes si sentirte seguro o amenazado. Procuras ser extremadamente amable para no hacerlo enojar, no vaya a sacar la pistola o el fierro. Te limitas a hablar del clima (y no, no el clima político).

-El que perdió su fortuna mal habida
“Yo era inspector de Hacienda, me daban de mordida fajos de billetes, *así* de gordos, con tal de que no los metiera al bote” o “Yo trabajaba en un banco muy importante, ganaba superbién”. Extraña sus lujos y sus despilfarros. Nunca explica cómo terminó, al fin, en el noble oficio de la ruleteada.

-El cochecentrista
Todo el camino se queja de los peatones (“¡Se creen de hule!”), de los ciclistas (“¡Se creen dueños de la calle!”), del transporte público (“¡Desde que pusieron el pinche Metrobús hay más tráfico!”). Sobra decir que avienta lámina, maneja fatal y se queda atravesado a media calle.

-El taxista ideal
Existe, no es una leyenda urbana. Es respetuoso, simpático, inteligente, tiene buena plática y sentido del humor, comparte tus ideas políticas, sabe llegar a tu destino (¡y hasta conoce un atajo!), trae música padre a volumen bajito. Es difícil dejarlo ir.

 

 

(Tamara De Anda)