Un sorbo de pachorra

El white russian es uno de esos tragos lechosos —como las Medias de Seda, el Bailey’s y el Martini de chocolate— que tienen el poder de transportarte a las tardes noventeras cuando pasabas horas viendo caricaturas en el 5 y bebiendo choco milk. Aunque pocos estarán dispuestos a admitirlo, este coctel se disfruta mejor en pantuflas y pijama de carritos. Es fantástico para resistir la modorra que sobreviene tras las comilonas de domingo; a diferencia de otros mixes gasificados, acuosos y quemantes, el Ruso Blanco contagia el ritmo pachón de la Copa Mx. Acompañado de un toque de marihuana rica en CBD, esta pócima de la coctelería norteamericana puede descubrirnos el vértigo y la estrategia entre un partido Monarcas V.S. Irapuato.

La receta es sencilla y exige un mínimo esfuerzo de la voluntad: extraer el vodka de la heladera para mezclarlo con leche y licor de café. Si se bebe en la terraza del jardín al tiempo que suena la música de Chet Baker o Mississippi John Hurt, la hueva y la nostalgia acumuladas durante la semana pueden transformarse en confort y plenitud contemplativa. El punzón de la cafeína electriza el organismo, libera serotonina y nos dispone a seguir con nuestras vidas; el ánimo laxo y el aura ligera de haber gastado las horas echado en el sofá. No es casual que The Dude, el personaje de El Gran Lebowski, sea el embajador pop del white russian.

Dos primos cercanos de esta bebida son el black russian y el Alfonso XIII. El primero se consigue exclusivamente a partir de vodka y licor de café; y el segundo se obtiene al sumar la leche y el kahlúa en un vaso old fashioned cargado de hielo. Estos cocteles normalmente se incluyen en la sugerencia de digestivos; sin embargo, un número no desdeñable de mixólogos, aconseja el white russian para darle un levantón al humor apisonado y sobreponerse a la melancolía inherente a los suburbios de las grandes ciudades. Excelente coctel ansiolítico y reconstituyente; amigo de la serenidad estoica que se instala después de un prolongado y cómico desencanto.

 

(JOSÉ MANUEL VELASCO / @gueroterror)