Victoria: Poesía, peligro y libertad

Victoria es un plano secuencia de 138 minutos, una historia que te causa paranoia y la vida nocturna de Berlín, es un filme del alemán Sebastian Schipper que estrenó este fin de semana.

Esta película se filmó en una sola toma en un lapso de no más de cuatro horas al amanecer en la capital germana: cine en su máximo esplendor.

Hay quienes la comparan con Birdman, de Alejandro G. Iñárritu, por la manera de hacerla, excepto que en la del mexicano sí hay cortes.

¿La trama de Victoria? una joven española (Laia Costa) llega a vivir a Berlín sin conocer a nadie, trabaja en una cafetería donde gana un sueldo mínimo, y durante una noche de fiesta conoce a un chico y a sus amigos, quienes la adoptan en su grupo hasta que es convencida de participar en un delito.

“Un filme de una sola toma, que no sea el ‘parece que lo es’ sino que realmente sea una sola toma. Además de eso nunca quisimos hacer una película tipo ‘yo también’, no queríamos trepar un árbol que miles han subido ¡un árbol seguro! Muchos de esos filmes quieren imitar a sus ídolos, las películas de mafia quieren ser El Padrino, La Supremacía Bourne”, expresó el cineasta.

Schipper quiso crear una experiencia sensorial redonda. Cuando comienzas a ver la película esperas encontrarle algún error o buscas sin cesar el corte entre toma y toma, pero no lo encuentras, y terminas por inmiscuirte de lleno en la trama.

Aldous Huxley en un Mundo Feliz habla de no querer confort, sino poesía, peligro, libertad y pecado; para el director de eso se debe tratar el cine “A eso vamos a la sala, aunque muchas veces lo que obtenemos es confort. Victoria no es un dulce, es poesía, peligro, libertad y pecado”.

Para la realización se tenía un guión de tan solo 12 páginas y un pequeño equipo técnico. Se tuvo que filmar la película varias veces y así ensayarla; sin embargo, Schipper aclara que la mayoría de los diálogos en inglés y alemán fueron improvisados, lo que te contagia de adrenalina y euforia.

Si Victoria no logró ser nominada al Óscar como Mejor Película Extranjera fue, justamente, porque mezcla inglés y alemán, pero era la única forma de darle voz al éxodo de jóvenes españoles a Alemania, y al mismo tiempo demostrar que Berlín tampoco es un paraíso.