Arma poderosa es el video

Cultura

Parece que la era Trump ha develado un secreto que parte de la sociedad estadounidense prefería mantener oculto: que el racismo no es un tema superado. Pero no solo es algo de lo que no se habla en el país vecino, tampoco en México discutimos formalmente de la alta dosis de discriminación que aplicamos todos los días, y ni hablar del aumento de la extrema derecha en Europa. El racismo no es un tema del siglo pasado. This is America, de Childish Gambino, lo demuestra.

Quizá por eso un video como This Is America, de Childish Gambino, resuena tanto, no solo por su violencia evidente, que es la forma, sino porque nos pone cara a cara con un cargo de conciencia, con una realidad innegable, y eso es el fondo. Y es cuando nos preguntamos, ¿una figura mainstream, con gran influencia, tiene la responsabilidad de denunciar? El propio Gambino ha declarado en entrevistas que el rap no siempre tiene que ser pistolas y tiroteos, que puede ser tonto y divertido. Sin embargo, ahora parece haber ganado una causa en él, la segregación racial y los asesinatos de afroamericanos a manos de los supremacistas o la policía (la cifra dice que el 39% de personas asesinadas por la policía en Estados Unidos son de raza negra, aunque solo conformen el 13% en aquel país).

También checa: La inesperada secuela de un clásico

El video de This is America, ha sacudido. Casi 64 millones de visitas, y contando, además de retuits de Bernice King (hija de Matin Luther King), Trent Reznor o hasta Kanye West (quien recientemente se había manifestado conforme con la política de Trump) son parte del furor de una realidad sin edulcorantes que se muestra en el video. Porque ser políticamente correcto a veces es un grillete en el tobillo, y Gambino ha decidido, a partir de un arma tan asequible como un video, mostrar cómo se mata en América sin maniqueísmos. Ojalá le venga el saco a quien le corresponda, y que el tema se vuelva conversación en días en los que, como diría Manu Chao, el mundo es tan feo.

También checa: La vida después de Gabo